miércoles, 21 de abril de 2021

MEMORIAS DE DOLOR

 



Para poder sanar, antes necesitamos decir nuestra verdad, no sólo nuestro dolor, sino también los daños producidos y los sentimientos de cólera y venganza experimentados.


Dice la doctora Clarisa Pinkola en su libro Mujeres que corren con los lobos, que las mujeres que han pasado mucho tiempo superando un trauma, por crueldad, olvido, ignorancia, falta de respeto o por causas del destino, llega un  momento que han de perdonar para que la psique recupere el estado normal de paz y serenidad.

Cuando esa rabia no se libera suele deberse a que utiliza esa cólera para fortalecerse, y esa fortaleza que en un principio puede parecer útil y en cierta manera lo es, más tarde puede convertirse en fuego que quema su energía primaria. Es como pretender vivir una existencia equilibrada pisando a fondo el acelerador. Es vivir en una actitud defensiva permanente que cuando ya no es necesaria para protegerse, cuesta mucho mantener. Cuando esa rabia no es liberada al cabo del tiempo quema, intoxica y contamina, no dejando ver otras maneras de percibir y comprender. Nos resta libertad.

De manera cíclica esas  vivencias afloran a la psique en forma de ansiedad y tormento y aun cuando intentemos purificarlas, de ese dolor siempre quedan residuos a modo de cenizas que no  pueden borrarse por completo. Por consiguiente la limpieza de esa cólera debe llevarse a cabo de manera higiénica y periódica de modo que nos libere. Llevar permanentemente esa pesada carga produce cansancio, agotamiento, ansiedad, porque no podemos vivir siempre con esa máscara de arrogancia, cinismo y victimismo, destrozando todo aquello que es tierno, esperanzador y prometedor.

Cuando sentimos miedo de perder antes de abrir la boca, cuando nos sentimos desvalidos, víctimas, cuando callamos irritadamente, y ese silencio es de carácter defensivo, cuando por dentro alcanzamos ese punto de explosión, necesitamos perdonar.

El perdón es un acto singular, que no se completa en una sesión como nos han enseñado que es. El perdón tiene muchas estaciones. Perdonar no significa olvidar, pasar por alto, disimular.

«No sé si alguna vez podré perdonarte»

«O si lo haré del todo o si lo deseo»

«No estoy segura de querer perdonarte y todavía lo estoy pensando»

«O si me arrepentiré»

«Te perdono de momento…»

«O hasta entonces…»

Hay muchos niveles para el perdón, lo más importante es empezar  y continuar, es ir enfriando ese porcentaje de enfado de más a menos. Esa tarea nos puede llevar toda una vida, contra más comprendamos más fácil nos será perdonar. Desgraciadamente la mayoría de personas necesitan mantenerse en ese estado de resentimiento hasta llegar al perdón. Hay personas que por carácter tienen más facilidad de perdonar, pero en otras se requiere un esfuerzo mayor, y controlado por medio de métodos y técnicas. No eres mala si te cuesta perdonar, como tampoco eres una santa si lo haces.

Para poder sanar, antes necesitamos decir nuestra verdad, no sólo nuestro dolor, sino también los daños producidos y los sentimientos de rabia y venganza experimentados.

Para ello la doctora Clarisa Pinkola propone cuatro fases:

APARTARSE, durante algún tiempo de aquella persona o acontecimiento.

TOLERAR, abstenerse de castigar, tener paciencia, saber canalizar la emoción.

OLVIDAR, soltar la memoria, negarse a pensar, aflojar la presa.

PERDONAR,  el perdón definitivo no es una rendición, es una decisión consciente de dejar de guardar rencor, y se llega recorriendo un camino de comprensión y entendimiento durante el tiempo necesario para evitar actitudes falsas o condescendientes. El perdón es un acto de creación. Se sabe que se ha perdonado cuando se compadece de la circunstancia en lugar de sentir cólera, cuando se compadece de  la persona o situación que la provocó, cuando al respecto de esa causa se tiende a no querer decir nada, a olvidar, cuando se comprende el sufrimiento que dio lugar a la ofensa, cuando se prefiere permanecer al margen y ya no se quiere ni espera nada. Y aunque ese perdón no acabe como el cuento «vivieron felices y comieron perdices», en ese momento con toda certeza se abrirán nuevos capítulos que enriquecerán las vidas y que empezarán por esa frase que todos conocemos  «Había una vez…»




sábado, 17 de abril de 2021

OLVÍDATE DE SER ALGUIEN




Poética (o consejos a un joven poeta)

Trabaja y calla. No pidas. No llames. No cejes. No llores. No mendigues jamás lo que mereces. No escribas a quienes no quieren conocerte. Escribe solo. Olvídate de ser alguien. Estás solo y solo has de llevar a cabo tu trabajo. Eres nadie. Eres un náufrago. Arroja, si lo deseas, tus mensajes al mar, y olvídate de esperar una respuesta. No hay respuestas. Entrégate día y noche, en cuerpo y alma, al amor, a la vida, a la poesía, y lo demás que venga si ha de venir, o que no venga. Olvídate del mundo. Olvídate del siglo. Aleja de ti las pantallas. No publiques hasta que alguien no venga a pedirte tu libro. Y si no viene, nada, prepárate a morir, a ser inédito, a ser leído solo después de muerto, o nunca. La fama no te sirve para escribir mejor. A menudo sucede lo contrario. Lee, escribe, vive, sé feliz, haz feliz, canta. Y calla. Recuerda las palabras de Platón: Lo mejor para la sed es el silencio.




NOMBRES BORRADOS

La mente no es un lápiz para tomar apuntes,
es una goma de borrar.

(Marko Vesovič)


Mi padre fue perdiendo poco a poco el lenguaje.
Y empezó por los nombres. Lo primero
que olvidó su cerebro no fueron los adverbios
ni los pronombres ni los adjetivos,
como uno estaría tentado de creer,
ni las motas de polvo de las preposiciones,
sino los sustantivos.

La manzana dejó de ser manzana,
el vaso pasó a ser eso,
y quienes se acercaban dejaban de llamarse.

La muerte comenzó su labor minuciosa
robándole los nombres,
borrándolos, poniendo
en su lugar un esto o un aquello,
un dame, un balbuceo, un gesto de la mano.

Lo último que se pierde son los verbos,
los verbos que se mueven en la sangre
como si fuesen peces
hasta que acaba el mundo,
hasta que ya no puede el cuerpo con su alma.

Los adjetivos son afectuosos,
visten de amor lo que miran
y por eso perviven.

Pero los nombres se esfuman.
Y la sustancia de los sustantivos
es agua de borrajas, niebla, torres de humo.

La manzana deja de ser manzana.
Yo dejo de llamarme
La palabra dolor no significa nada.




YO QUE TÚ

Yo que tú me amaría, llamaría,
no perdería tiempo, me diría que sí.
No dudaría más, escaparía.
Daría lo que tienes, lo que tengo,
por tener lo que das, lo que me dieras.
Me soltaría el pelo, lloraría
de gozo, cantaría descalza, bailaría,
le pondría a febrero un sol de agosto,
moriría de gusto, no pondría
ningún pero a este amor, inventaría
nombres y verbos nuevos, temblaría
de miedo ante la duda de que fuese
sólo un sueño, me iría
para siempre de ti, de allí, conmigo.
Yo que tú me amaría.
Me diría que sí, me faltaría
tiempo para correr hasta mis brazos,
o al menos, qué sé yo, respondería
a mis mensajes, a mis tentativas
de saber qué es de ti, me llamaría,
qué va a ser de nosotros, me daría
una señal de vida, yo que tú.




PALMERAS

Nacemos de la sed. Somos palmeras
que van creciendo a fuerza de perder
sus ramas. Nuestros troncos son heridas,
cicatrices que el viento y la luz cierran,
cuando el tiempo, el que hace y el que pasa,
ocupa el corazón y lo hace nido
de pérdidas, erige
en él su templo, su áspera columna.

Por eso las palmeras son alegres
como los que han sabido sufrir en soledad
y se mecen al aire, barren nubes
y entregan en sus copas
salomas a la luz, fuentes de fuego,
abanicos a dios, adiós a todo.

Tiemblan como testigos de un milagro
que sólo ellas conocen.

Somos como la sed de las palmeras,
y cada herida abierta hacia la luz
nos va haciendo más altos, más alegres.

Nuestros troncos son pérdidas. Es trono
nuestro dolor. Es malo
sufrir pero es preciso haber sufrido
para sentir, como un nido en la sangre,
el asombro de los supervivientes
al aire agradecidos y estallar
de alta alegría en medio del desierto.






martes, 13 de abril de 2021

DICHOS DE RAFAEL CADENAS

 



D I C H O S de RAFAEL CADENAS

 

Cree que escribe pero solo hace huecos en las paredes de su celda.

 

Hablo desde la cárcel que tú también conoces. Pero, qué pasa si la aceptamos? No se vuelve albergue? ¿No se une a nosotros para formar un ser real?

 

Sin esperanza, y por eso, sin desesperanza.

 

Abandonado te quiere lo inmenso.

 

Nos reunimos para hablar de lo que no es esencial.

 

Ponerse a compás de la época significa hoy no ser de ninguna época.

 

Aceptar la idea de nación es aceptar la idea de guerra.

 

El reino: lo más presente, lo más oculto.

 

Vivir ya supone una opción a la que casi nunca guardamos fidelidad.

 


Digámoslo en voz baja para que la vida no lo oiga: somos personajes.



 

El hombre ha perdido la poética del vivir.

 

Lo inmediato, esa cima.

 

En lo más silencioso subyacemos.

 


Si bien se mira la alegría es más profunda que la tristeza.

 

Haber herido a personas queridas le ha dejado cicatrices sobre las que ha tratado de formarse.

 

Culparte es derramar tu vino.

 

Salgo en mi busca y solo encuentro huellas.

 

Nuestra morada es impenetrable y la habitamos.

 

Los ojos reciben innombradas las cosas.

 

Poetas, girasoles del ser, confíenme sus secretos.

 

Lo único que no termina nunca es el presente.

 

Días en los que está el corazón como el sol en el pan.

 

La sencillez quebranta el orden convencional.


Se sirve de la ausencia para estar presente.

 

La exactitud protege de la ilusión.


 

La poesía no tiene residencia fija, por eso es tan difícil dar con ella.

 

Haces el poema y el también te hace.

 

Un poco de pensamiento nada más para que no enferme el poema.

 

Cuando recobramos nuestro no saber las cosas refulgen.

 

Te instalas en el momento fugitivo.

 

Solo si no te juzgas puedes hacer transacciones con tu sombra.

 

Hay quienes no se permiten ser suaves por temor a disolverse.

sábado, 10 de abril de 2021

LO QUE DICES DE MÍ ME DEJA SOLO

Para el Poeta madrileño Jesús Aguado un  libro de poemas es un plan de fuga puesto en práctica para escapar de una cárcel diferente, porque la poesía es sobre todo: liberación. También sostiene que para ser un buen poeta antes hay que haber aprendido a fugarse de muchas prisiones: la del Sentido, la de la Historia, la del Cuerpo, la de la Sociedad, la del Yo, la de la Ideología. Ese carácter de búsqueda de identidad y aceptación de la poesía la convierte en primordial.  ¿No te has preguntado en que cárcel andas metido tú ahora?. En todos nosotros hay un poeta con la voz dormida. La poesía puede ayudarnos a despertarla. Con la palabra podemos inventarnos, construir nuevas estructuras, modelar lo que queremos ser, hacer del  espacio y el entorno donde vivimos un lugar más habitable y hospitalario. La poesía y el amor nos liberan. Adelante  ¿A qué esperamos?.





LO QUE DICES DE MI un poema de Jesús Aguado


Lo que dices de mí:
un extraño camino que nunca he recorrido,
un camino que enlosan tus palabras
y que si miras bien se corresponde
con una de las líneas de tu mano.

Lo que dices de mí
eres tú misma,
eres tú de repente bifurcada,
una parte de ti que se queda a tu lado,
otra parte de ti que se viene conmigo.

Lo que dices de mí va borrando mis huellas

Lo que dices de mí me prepara emboscadas.

Lo que dices de mí
es saliva y es tierra que amasas para darme
figura de caballo, figura de montículo,
figura de lunar, figura de tu espalda,
figura de cualquiera de mis dedos
cerrando uno por uno todos tus orificios
(más saliva y más tierra que coges para darme
figura de cabaña, figura de murciélago.

Lo que dices de mí
es mentira que acierta a decir la verdad.

Lo que dices de mí
se acuesta junto a mí donde estaré,
se acuesta junto a un hueco que llama por mi nombre
y al que besa y aplasta hasta que nazco.

Lo que dices de mí
es telaraña, es red, pero tú no las tensas,
pero nadie las tensa pues nadie está al acecho,
es red, es telaraña frenando una caída
que no se ha producido.

Lo que dices de mí me desconoce
del modo más perfecto imaginable,
me desconoce más que el desconocimiento
que me tienen las vetas de una mina,
que me tienen los kraken,
que me tienen las aguas cenagosas,
que me tienen los cientos de tejados
que guarda el huracán en su gruta secreta.

Lo que dices de mí se va probando mundos.

Lo que dices de mí me multiplica.

Lo que dices de mí estira mis pulmones,
catapulta mis ojos,
despierta a los caimanes de mi sangre.

Lo que dices de mí me acelera y me vuelve
más lento.

Lo que dices de mí no lo dices de mí,
no lo dices siquiera, no soy yo,
es raíces de un árbol cuya fruta
se deshace en tu boca y la refresca,
es un malentendido que tu voz
provoca en nuestro sexo

(el fosfeno y la noche es lo que dices
cuando dices de mí no importa lo que digas.)

Lo que dices de mí no son tus opiniones,
es el dulce apagón de la conciencia,
es la locuacidad de lo que existe,
es un puente colgante entre nosotros,
son ardillas que roen las cuerdas de ese puente,
son cáscaras de nueces, un arca abandonada,
maderos embreados que alimentan el fuego
de un náufrago asustado.

Lo que dices de mí
es estaca que busca
con avidez al ávido corazón de ese muerto
que ronda mis castillos y se duerme en sus sótanos,
ese muerto no muerto que llamamos amor.

Lo que dices de mí no necesita
de mí para encontrarme.

Lo que dices de mí no se viene conmigo
a menos que yo firme una página en blanco.

Lo que dices de mí lo dices simplemente
con estar en el mundo, lo dice tu deseo,
esa energía pura que hace pasar las nubes.

Lo que dices de mí
obliga al horizonte
a tenderse a tus pies y lamerte sumiso.

Lo que dices de mí se escribe en las paredes
con tizones calientes de tus muslos.

Lo que dices de mí
es la jaula y el mapa
en el acto preciso de aprender
a vendarse los ojos y saltar al vacío.

Lo que dices de mí me pone en marcha,
un loco mecanismo
de huesos astillados como sables
que va retando a duelo a todos los que dicen
que nunca has dicho nada de mí, que estás callada,
que un mutismo feroz te ha comido la lengua.

Lo que dices de mí
es manada de lobos
hambrientos y atrapados en páramos nevados,
lobos que se devoran entre aullidos
mientras hila la luna bufandas para el No.

Lo que dices de mí me traduce a un idioma
que aún no conocemos.

Lo que dices de mí me resucita.

Lo que dices de mí:
una orquesta sonámbula
de músicos que tocan concentrados
y miran sin rencor sus partituras
mientras todo el pasaje
ya abarrota los botes salvavidas.

Lo que dices de mí me deja solo.





miércoles, 7 de abril de 2021

ADIÓS A LA TRISTEZA

 


CON LUZ DE PRIMAVERA

  

En los caminos sin luz

donde perdemos la alegría

y la estrella que nos guía,

creemos morir de repente.

Un cuerpo helado

busca el abrigo

en el calor amigo

de un  abrazo confinado.

Mas al otro lado del hilo

otros cuerpos tiritan                     

rastreando la lumbre

que los desvista

del frío.

Perezosos los ojos

buscan

en un desierto sin vistas

parques amarillos

vuelos de gaviotas

fuentes cantarinas.

Huellas de vacíos

se adivinan

en todas las pisadas:

corazones sin pulso,

esperanzas bajo tierra,

alegrías prohibidas.

Mas la  tristeza

es natural y pasajera,

no es de dolor que está hecha

ni tan siquiera de materia,

es solo un estado inerte

temporal

que se asienta

tras la hoguera.

Nacerá de sus cenizas

la alegría en primavera

como el ave destruida

que se renuevo

como a la rama del árbol

cuando le asoman los frutos,

la alas, los cantos, las risas

La primavera y las cigüeñas

siempre vuelven

con flores y con vida.


Elena Larruy

lunes, 5 de abril de 2021

COMPOSICIONES LITERARIAS A PARTIR DE UN TÍTULO

Sencillas composiciones literarias a partir de títulos dados: frases, poemas, aforismos, Haikus, notas diversas... (Taller Laie)   






RAIZ CUADRADA DE DOS

Una casa,
un techo,
un encofrado de hierro,
un brasero
tu y yo:
cuatro.




GUISANTES NADANDO EN UN PLATO


Los hay que se ahogan
en un chupito
en un tubo de ensayo
en un colirio
y hasta en la gota derramada

de un vaso de agua.




HE VUELTO NO MATES A SPIDERMAN


Razones traigo
con sarmientos de mentiras
para quemar en la hoguera

ídolos falsos

dioses veganos vengativos

héroes y adalides de tres cuartos.




HOY NO HARÉ NADA

(    ).



UN BOSQUE A MEDIDA

Me cautivó tu cabeza.
En la onda expansiva de su alcance
me distraje. Te lo dije en unos versos
que aún siguen intactos.



LAS COSAS QUE NADIE ROMPE, PERO SE QUEBRARON


Y aquí estoy ahora
esperando un mensaje de Teresa
una visita (que no se dará)
una llamada para dar (o escuchar)
una disculpa 
un te echo de menos
con su voz resucitada diciendo:
no te puedo borrar de mi cabeza
siempre te sentí hermana.

Yo también te quiero.




LOS ESPEJISMOS NO TIENEN PÁJAROS, OÍ DECIR


Tiempo y espacio
en la visión del alma
espejo falso.




ME DEJO VIOLAR POR EL DOLOR DE UN VAGÓN VACÍO


No estar en ti
ni en mi
ni en nadie.
Extraviar todas
las llaves.




NADA ES MIO, TODO ME PERTENECE


Todo cuanto observo me pertenece.
Nada es de la memoria
tan solo el usufructo.




NO HEMOS APRENDIDO NADA DEL BARRO

Es de la bandera
la voz de su estaca
clavada en la tierra

la que más me interesa.




PEOR ES PERDERSE EN UN HUERTO DE ALCACHOFAS


Cuando no vayas a ninguna parte
yo también querré ir.




¿QUÉ FUE DE LAS ARENAS MOVEDIZAS?


Cuando no hay abrazo alguno
donde pararse a llorar.



UN GLACIAR BAJO LAS UÑAS CONSTRUYENDO LO QUE SERÁ CONSTANCIA


Desplazar una montaña
trabajar en su base
retirando las piedras
de una en una:
encontrar la mandíbula
de un Homo Erectus


Elena Larruy


viernes, 26 de marzo de 2021

MICROCUENTOS DE TERROR

 







Micro cuentos de terror (malva2)
(propuesta de trabajo taller literatura Laie)

 

(nadie me advirtió)

Apenas puedo moverme. Hace mucho frío. Se me congelan los huesos. La piel se me acartona. Sellada tengo la boca: de haberlo sabido, hubiera preferido la incineración.

 

 (soc el tiet…)

Los dibujos del armario en la penumbra del cuarto le hacían ver ogros y monstruos. Paralizado en su miedo no podía dormir. Temblaba de terror y los llamaba a todos cuando escuchaba el chirrido de la puerta y una mano tenebrosa tras ella que la abría... una noche más.

   

(me tienes harto de sopa)

Cenar sola nunca me gustó. Es lo que llevo peor de tu ausencia. Por eso te sigo poniendo el plato cada noche en la mesa, y la sopa desaparece poco a poco.

  

(¡¡¡Ayyy esa copita de más!!!)

El estrecho brazo que rodeaba su cintura y el calor del aliento pegado a su nuca la tranquilizaban de sus terrores nocturnos. Hasta que se dio cuenta que dormía sola.

 

 (dejarse de tonterías: ¡hostias!)

Adán era más de proteínas y despreció la manzana.

Se la comió a ella. Mientras la engullida

Eva

le gritaba

que en la manzana también había.

 

 (te lo advertí)

Se lo tragó un desierto yendo a por dulces y tabaco. Lo dieron por desaparecido. Años más tarde una tormenta de arena lo devolvió a su casa en Jerez, con un paquete de Ducados y unos dátiles en la mano, pero ella ya tenía marido… y un estanco.

lunes, 15 de marzo de 2021

EL RIDÍCULO SENTIDO DEL RIDÍCULO




HAY ALGUIEN QUE SOLO QUIERE ESTAR A TU LADO SI ES POR ENCIMA DE TI. B.Prado

Siempre tenemos alguien al lado poniendo a prueba nuestra "inteligencia de neumático".  Por eso se aconseja tener siempre un recurso de recambio por si pinchamos y no queremos quedarnos tirados en las "inmediaciones de la miseria" como perros abandonados. Y es que nuestro presumido ego tiene el mismo valor que un  balón de Nivea en la playa. No hay mejor recurso que conocer nuestras fortalezas y las de los otros, aceptarlas sin presuncionesdesde la más absoluta normalidad, sin ceremonias ni parafernalias, sin tampoco arrugarnos cuando el inteligente o listo de turno exhibe su "teorema/teoría/discurso", con intenciones sospechosas de dejarnos por debajo. La misma actitud y el mismo acomodo ante nuestras debilidades y flaquezas. No tenemos que pedir perdón, ni bajar la cabeza. Somos como somos, como nos parieron y educaron, como nos modeló la vida,  con toda su "perfección imperfecta", sintiéndonos enteros y humildes a la vez: "así es como nos comemos el trocito de mundo que nos toca". Asumiendo quienes somos, sumando esfuerzos y siempre arriesgando; quien no juega con fuego se muere del frío. 

Si hemos de competir que sea con nosotros mismos, sabiendo que no siempre conquistamos aquello que perseguimos, pero que siempre ganamos si lo intentamos; y en cualquier caso habrá valido la pena.

Para llegar a ser una torre alta y no sentir ridículo se ha de trabajar mucho tiempo en la base, en sus cimientos. Las personas más manipulables son las que primero se abandonan y dejan de pertenecerse; con facilidad se adscriben a causas ideológicas o de partidos, que poco o nada tienen que ver con ellas, pero que les hacen sentir más fuertes. Cuando se da este abandono, se pierde identidad, libertad de pensamiento y se acaba actuando como un títere, en un vivir aborregado. La inseguridad y el miedo nos encadenan. "Seamos personas de primera mano" que nadie nos use. 

Medirse con otros no es construirse. Siempre habrá alguien que nos supera en algo. No es mejor el que llega primero que el que se supera y se supera y se sigue superando hasta llegar y volver a empezar. Es una cuestión de voluntad, de trabajo y de sonrisa. Estos son los argumentos, estos los tejidos que dan consistencia a nuestra cabeza y solidez a la vida; dejemos de escondernos, de condenarnos, de poner "parches a las ruedas" y hagamos que el vivir de cada día fluya natural y sea fácil. Fiémonos del favor del instinto, si es que no lo hemos hecho todavía,  es el mejor de los asistentes. Esta en nuestras manos.

                                                                                                  Elena Larruy
                                                                                              

martes, 9 de marzo de 2021

FRAGILIDAD

 


Este poema explora en el tejido humano de la fragilidad, en la condición humilde a la que le aboca su deterioro y decadencia. La asemeja a los ciclos vitales de la propia naturaleza.

Se borra nuestro rastro, nuestro nombre. Cuando eso sucede, el fruto ya ha dejado en tierra sus semillas para que en un sin parar la vida se renueve y se suceda.

La fragilidad conlleva fortaleza. Ningún movimiento es definitivo, ninguno banal.  Nada es más importante  que  volver a empezar.

Todo en el universo es dual, detrás de la fragilidad está la fuerza de la vida.



FRAGILIDAD  

Diente de león 

que al vacío cede

el lugar que ocupa.

Pétalo de amapola

tan real en su modestia escarlata.

 

Me ajusto al abandono,                       

a esta manera de estar presente

sin saberlo

como el aroma fugaz

de una hoja de menta.

 

Dejo de conocerme.

Olvido mi nombre. 

 

Elena

lunes, 1 de marzo de 2021

LA SONRISA EMPAÑADA

Primero fue Joan Margarit el dieciséis de Febrero, días más tarde, el veintidós  me saludó con un hola y un adiós el americano Lawrence Ferlinghetti el último superviviente de la generación Beat y, ayer fue la escritora murciana Isabel Martínez Barquero. Todos tienen maneras distintas de despedirse. Todos coincidieron que Febrero era un buen mes para morir.

No hace ni un año que nos dejó otro gran poeta, además de compositor y cantante L. Eduardo Aute; el mismo día que fallecía en un hospital madrileño, entraba por la puerta de mi casa su libro Toda la poesía, de alguna manera me avisó unos días antes, pues si bien escuchaba su música nunca me interesé por hacerme con sus letras. Sentí entonces como lo siento ahora que los poetas eligen a los herederos de su legado, la poesía no es apta a todas las miradas.



Sorpresivamente ayer veintiocho de Febrero apareció en mi teléfono, sin venir a cuento, el Post de la última entrada del Blog El Cobijo de una desalmada de la escritora murciana Isabel Martínez Barquero, estaba fechada dos años atrás, en ella Isabel se despedía, cerraba lo que llamaba una etapa fértil de nueve años cuyo tiempo había llegado a su fin. Tuve curiosidad por saber qué estaba escribiendo ahora, hacía dos años que le había perdido la pista. La escribí para pedirle dos libros suyos, y tuvimos ocasión de saludarnos e intercambiar comentarios de los mismos. Descubrí entonces a una mujer sufridora que se esforzaba en sonreír. Su poesía trasmitía mucho desgarro. Al leerla sentía que compartía ese dolor y que el suyo se hacía más pequeño, y en ese sentido me aliviaba. Más tarde me contó ─sin contar─ que había padecido una importante depresión que la dejó como muerta: se dejaba entrever en casi todos sus versos y poemas. Conecté de corazón a corazón y la entendí, mucho más cuando leí sus relatos y su libro de poemas el Nervio de la piedra. Ahí dejaba patente la naturaleza de su herida, la necesidad imperante de escribir para seguir viviendo.

Esta mujer Licenciada en Derecho y escritora, cuya valentía y honestidad me emocionaba, la sentí como una mujer de verdad, de las que te hacen sentir orgullosa de tu condición de mujer. Nunca se prodigó más que como una ciudadana que escribía, sin poder parar de hacerlo: le iba la vida. Su alma tantas veces expuesta a la intemperie la llevaba a esa necesidad. Para ella escribir era una pulsión del vivir descosido que sentía en su interior; poder contar aquellas cosas que nos pasan, que sentimos y no decimos, con la sonrisa empañada: sí, pero auténtica y necesaria. Otra mujer echa de voluntad y esfuerzo. Y así se lo hice saber.

Creo que todos los grandes creadores tienen un legado muy valioso que han de dejar en buenas manos, como quien confía un hijo cuando se va. Así hizo Isabel conmigo. La poesía es un material de alta sensibilidad, no apta para miradas que puedan dañarla o ensuciarla. Estos seres entrañables, los poetas,  que nos contaron sus vidas para hablarnos de nosotros, se les debe reconocimiento y agradecimiento, y eso es justo lo que hago ahora, además de seguir su rastro.

No porque sus nombres se escriban con letras mayúsculas y doradas, sino por su humanidad y su saber y, sobre todo porque fueron personas que por encima de todo amaron: ¡y de qué manera! nos lo hicieron saber.

Feliz en tu eterno descanso Isabel, y gracias por tus palabras y tus deseos de que, esta que escribe, nunca fuera herida por el nervio de la piedra.

Elena Larruy



De su libro Mujeres de otoño
Fragmento del Relato: Tibieza
Isabel Martínez Barquero

Más vale cambiar el rumbo de mis pensamientos, no enredarme en cavilaciones que solo consiguen que me precipite en cimas voraces. Por semejantes derroteros, me quedo paralizada en una latitud estéril que me engulle como si fuera un campo minado por arenas movedizas. Si me aflijo por lo que ya no será, perderé lo que aún puede ser. Debo enarbolar la bandera del optimismo, no ceder ante la derrota. Al fin y al cabo, reconozco estas meditaciones, fieles compañeras de mi vida; he aprendido a convivir con su carcoma. Pero también he aprendido que la perfección se empaña en la tristeza. La existencia esconde nuevos días donde es posible sorprenderse con un regalo inesperado en cualquier segundo. No deseo que mi mente se enturbie hasta el extremo de ser incapaz de descubrir las pequeñas cosas que impulsan a la sonrisa, a la dicha cotidiana, al placer inocente de enhebrar las horas en las faenas mínimas que me renuevan. La alegría es una decisión del carácter y un empeño de la voluntad. (...)
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