martes, 23 de febrero de 2021

A MI HIJO HÉCTOR

Dedicado a mi hijo Héctor, mi extensión cósmica, mi maestro; una manifestación de amor que da sentido a la vida,  un desvelo, una verdad, carne de mi carne, razón y corazón. Mi amor por ti es amor de madre, pero también sentimiento de totalidad. Cuando te tuve entre mis brazos sentí que un círculo perfecto se completaba. Siempre supe quién eras. No había palabras, solo amor. 

 


Cada hijo es una estrella
de fuerza meteorita,
 que nos regala el cielo. 


Cuando saliste de mí

para encontrarte conmigo
aquel final de Septiembre,

me estrenaba como madre.

Con la fuerza brutal de un meteorito,
entre espacios siderales de dolor,
derribaste la compuerta de la vida
para llegar a mis brazos. 
Siete horas te costó.
Era un viernes,
las tres y veinte,
en el reloj de la tarde.

Elegiste mi hombre,

que yo fuera tu madre
para quererte y cuidarte,
para aceptarte sin reservas
trajeras lo que trajeras.

Aquella Noche 
de Reyes
que tomabas mi vientre,   
ya sabía quién eras
Nueve meses y un día
le costó al milagro
mostrame tu cara. 

Aún no tenías nombre
cuando empecé a imaginarte,
a llenarte de besos
de favores,
a darte 
formas amables.
 
De ti quise hacer 
un ser íntegro,
y un hombre fuerte.

Justo, lo que hoy eres.

─Lo que no pude imaginar
no estaba a mi alcance─

Si había una hora precisa
convulsa, eterna
para que tú nacieras:
aquella lo era.
Si había un dolor sin freno
para morir,
aquel dolor "Cósmico" lo era.
Si, le puse nombre
segura como estaba
de que se i
ba a borrar su huella.

¿Qué cabía esperar? hijo
¡si hasta el cielo dejabas sin luz!

Solo mi amor
estuvo a tu altura.

Tu madre

                          Elena Larruy


jueves, 18 de febrero de 2021

A JOAN MARGARIT HONORABLE POETA


Joan Margarit


No me enteré hasta última hora de anoche, -diecisiete de Febrero 2012- del fallecimiento de Joan Margarit. Cada vez que los medios informan de la muerte de un poeta pienso que el mundo se queda mucho más pobre. Otras voces nuevas y más jóvenes vendrán que seguramente no llegarán a mis oídos y mucho menos a los que gobiernan y tienen ministerios de cultura descuidados, desinteresados por la cultura -en supina medida- Por fortuna la voz y la palabra de J.Margarit sí llegó a mis manos y no fue por ellos: los políticos. Y se quedó conmigo por su sensibilidad, su mensaje diáfano y trasparente de lo humano, del acontecer cotidiano de las cosas que a todos nos preocupan y, por sus despedidas. Si algo hizo Margarit en su poesía fue eso: despedirse, entre planos y proyectos de arquitectura, en los pasillos de los hospitales, en los largos paseos por la playa, en hojas en blanco que recogían sus adioses, consciente como era de que morimos un poco cada día. La larga enfermedad de su hija Joana y su anticipada muerte, recogida en gran medida en su obra poética, se lo hizo tener muy presente.
Poetas somos todos los que amamos la poesía, este lenguaje que dice sin decir, que sin decir dice, que se desdice o no se sabe qué quiere decir, o que diciendo dice lo que quiere decir. La poesía es un árbol sin hojas que da sombra dijo otro gran poeta Juan Gelman,  porque la  poesía lo es todo, y lo era para Margarit, por su manera de sentir y de vivirla, por su forma de estar en y para ella.
Del poeta viejo y curtido me interesa su largo viaje, su estar cansado, la bondad que perseguía su lenguaje...  por eso hoy con su cuerpo aún caliente lo primero que hice al levantarme fue acudir a su encuentro, para escucharlo y también para mandarle a Pablo una selección de su poesía,  que me pidió anoche. ¡Qué bueno que alguien, un hombre, se interese por la poesía!: aplaudo y aplaudo y no dejo de aplaudir.
Su libro TODOS LOS POEMAS, recoge la poesía que escribió desde el año 1975 al 2015. Intentando hacer una selección para el amigo  y también para la entrada de hoy en mi Blog, me ha sido más que difícil: imposible, pues todos despertaban mí intereses, así que he escogido estos cinco que aquí dejo, al azar. Su poesía me ha parecido, gozar toda, de una excelente salud, por humana, universal, por amorosa... No exagero si digo que me parece un poeta extraordinario, que mereció mucho más reconocimiento del que tuvo aquí en su tierra, cuando en el 2019 le fue concedido el Premio Cervantes.
En una ocasión le escuché decir algo que los poetas y  los que nos gusta la poesía sabemos: que lo que más cuesta de un poema son los versos finales, sin embargo él lo lograba de una manera sutil y brillante, abajo dejo una muestra.  

Dedicó muchas horas de su vida a los cuidados de Joana, su hija enferma, que padeció una larga enfermedad degenerativa durante treinta años, el síndrome de Rubinstein-Taybe con la que convivió hasta su fallecimiento. A ella le dedicó el poeta hermosos poemas. 

Margarit disfrutó de la poesía, le dedicó y se entregó largas horas de su vida, por que sin duda la amaba: sin la poesía el hombre se encuentra a la intemperie. La compaginó con la arquitectura, esa era su profesión. Fue un escritor que decía tener dos nacionalidades, la catalana y la española. Siempre se identificó con la tierra que le vio nacer, con lo que fueron sus raíces y su lengua, pero también con la castellana que le acogió en sus años adultos, con la que decía también sentirse bien y a gusto. Hubo personas y entidades catalanas que no se lo perdonaron, y no fueron justos a la hora de reconocer sus méritos literarios, que fueron muchos, pero especialmente cuando en el 2019 le fue otorgado el Premio Cervantes de poesía.  Otros como yo le agradeceremos y aplaudiremos siempre sus dos voces. No pasó lo mismo con la de otro poeta extraordinario catalán: Martí i Pol cuya obra fue escasamente traducida al castellano, y bien que la cultura de todos los tiempos y de todos los países lo mereciera, por universal y cercana. Su poesía llega a todos los corazones. No hay fronteras. Pero los ministerios de cultura no parecen tener la misma sensibilidad.
Cito palabras de Margarit: A la mediocridad la caracteriza su gusto por lo extraordinario. En mi descargo diré que detrás de una vejez que no haya asumido la decepción suele haber necedad. La decepción es un sentimiento positivo para la defensa de la mente contra la impostura.
A la pregunta ¿qué es lo extraordinario para los mediocres?, la respuesta es tristemente: lo que pasa cada noche de nueve a diez en los telediarios. ¿Con que impostura, de qué manera, no indigna, nos podemos defender los decentes del mundo de tanta basura y mentira?. 

Repasando su poesía, en este momento de despedida y respeto, no puedo más que sentir tristeza por su pérdida, la de un hombre sensible que vivió de manera respetuosa, que dedicó su vida a la familia, a su profesión y a la poesía. Cuyo ejemplo de vida debería ser un referente social y cultural donde poder mirarnos y, no en esa especie de contenedor de «vacuidad ganadera» donde nos hacen vivir, donde las razones y los argumentos de los violentos que queman contenedores por la noche, parecen tener más sentido y más fuerza expresiva, y sobre todo más verdad que la de los poetas.  

Desde aquí lamento su pérdida y les doy las gracias a Joan Margarit y a su familia por su extraordinario trabajo y su legado poético.
Te quedas conmigo Joan Margarit.

Elena Larruy





FINAL

Tu entierro, en primavera: ése fue
el mensaje final de tu bondad.
Nada mejor en torno a ti que el ruido
de esta ciudad y, enfrente,
la eternidad del mar.
Qué ruda proa Montjuic: alcanza
tan lejos como quiera el pensamiento.

El furgón va subiendo por caminos de arena
y tras el van los coches,
que hacen crujir al pie de los cipreses
la grava en la tranquila plaza de la mañana.
Siento tu sonrisa que atraviesa
los claros pájaros del aire,
ahora que todo vuelve a su principio,
como cuando no estabas.
Ha quedado un olor a flores junto al muro,
entre verdes oscuros y huidizos.
Las canciones del sol de tu silencio
iluminan el hierro de la mañana.
Lo que digo de ti no tiene más sentido
que la herrumbrosa cerradura
de una puerta que no abre a ningún sitio.



ELLA

Llega el tiempo de no esperar a nadie.
Pasa el amor fugaz y silencioso
como en la lejanía un tren nocturno.
No queda nadie. Es hora de volver
al desolado reino de lo absurdo,
al sentirse culpable, al vulgar miedo
de perder lo que estaba, ya, perdido.
Al inútil y sórdido tiempo moral.
Es hora ya de darse por vencido
en el trabajo a solas, otro invierno.
¿Cuantos quedan aún, y que sentido
tiene esta vida donde te he buscado,
si ya llegó la hora tan temida
de comprobar que nunca has existido?


LA ESPERA

Te están echando en falta tantas cosas.
Así llenan los días
instantes hechos de esperar tus manos,
de echar de menos tus pequeñas manos,
que cogieron las mías tantas veces.
Hemos de acostumbramos a tu ausencia.
Ya ha pasado un verano sin tus ojos
y el mar también habrá de acostumbrarse.
Tu calle, aún durante mucho tiempo,
esperará, delante de tu puerta,
con paciencia, tus pasos.
No se cansará nunca de esperar:
nadie sabe esperar como una calle.
Y a mí me colma esta voluntad
de que me toques y de que me mires,
de que me digas qué hago con mi vida,
mientras los días van, con lluvia o cielo azul,
organizando ya la soledad. 



CUARTO DE BAÑO

Cuido que no te caigas al ducharte,
y al secarte la espalda sigo con suavidad
la larga cicatriz del espinazo.
El futuro está siempre en la ventana.
Tu vida es este pequeño espacio.
de tu cama y tu música, este cielo
de unas pocas personas y una casa.



NOCTURNO EN SOLIVELLA

Vienes de recorrer la viña en plena noche.
Detuviste el tractor entre las alambradas
donde se emparran verdes y tupidas las cepas,
y escuchaste la tierra alrededor.
Te va dando dinero el restaurante.
Pero de madrugada, ya cerrado,
haciéndote un café en el mostrador,
sin nadie en esta hora, el local te recuerda
cuando era sólo un bar y había viejos
jugando a cartas cerca de la estufa.
En la penumbra se ocultaba un Dios
que fue arrinconado igual que las botellas
de anís de viajas marcas que hoy ya no toma nadie
o retratos de muertos de la infancia
o el hule puesto encima de la mesa,
igual que una bandera cubriendo un ataúd.
Alguno de ellos trasportaba vino
─volviendo con carbón─ al Pirineo.
Quizá es su soledad la que te atrae
de noche hasta las viñas. Oreo fue
un jugador y terminó en la cuadra
colgado con las riendas de una viga.
Quizá apostó su vida por la tuya.
Y aquella bisabuela fusilada
a pie del cementerio: te legó
la furia de existir. Son negros mirlos
que paró en negro vuelo la mano de la muerte.
Haber vivido un día es una chispa
brillante en una oscura eternidad
sin vuelta alguna ni resurrección.
Esto es lo que transmiten, como viejos telégrafos,
los cables de las viñas en las noches. 





Selección de los últimos versos de poemas suyos

Los viejos no buscamos la verdad.
Toda certeza es una herida inútil.


Cuesta entender la vida, no la muerte.
La muerte nunca encierra enigma alguno.


Que extraño puede ser,
al cabo de los años, el amor,
o la memoria del amor, o el rastro
que deja, al apagarse, la memoria.


Como si fuese un gran amor,
el odio ha mantenido a raya
hasta a la propia muerte.
La nostalgia nos manda unas preciosas
postales tuyas desde las tinieblas.

martes, 16 de febrero de 2021

LÁGRIMAS EN LA DUCHA

 



LÁGRIMAS EN LA DUCHA


Todas las lágrimas tienen un propósito de fuga, que a veces el corazón ni sabe. ¡Llevan tanta prisa! 


Sudan las axilas, las manos, el ombligo: lágrimas de cocodrilo.

Cleopatra llora a Osiris, Román a Julieta, la Jaquelin al Onasis: increíbles sus lágrimas.

Un juez no llora mientras dicta sentencia justa. ¿Donde se ha visto? En un juzgado.

Agua que no has de beber, rompe el cántaro y no vayas más a la fuente.

Emociones deshidratadas: para darles de beber a-parte. No pasa nada.

A quien mal canta, se le espanta con un manguerazo -con agua de llorar.

Todas las lágrimas en caída libre, no hay quien las pare ni las gobierne.

Para mí las lágrimas son más saladas que amargas. Es una cuestión de gusto... ¿o de disgusto?

Enmudece el corazón, la nube de mis ojos descarga.

Los hay de la opinión que para encontrar un dios que te eleve has de correr primero una cortina de agua. Puestos a elevarse la mayoría prefieren un ascensor... y otras cosas.

¿Porque no creer en el llanto de las plañideras cuando dan a luz?

Quien mal anda, se cae más veces y le salpica el charco en la cara. Lágrimas embarradas.

De todas las lágrimas, las más dolorosas son las que se lloran para adentro. También las que se derraman en la ducha.

Otras son falsas, buscan la caridad con astucia tramposa, responden a un programa de pericia mendiga. Los hay que pican.

Las lágrimas están cargadas de buena poesía. Las hay dulces y amargas, como las almendras.

Nunca ponemos alas a las lágrimas. Es de extrañar. Pocas cosas liberan tanto.

Los hay que antes de salir de casa se insultan, se instruyen y ordenan -por su bien-, se estiran y sacan pecho, los hay que entonan la voz, se asustan, se repasan… Los que salen llorados son los que tienen el terreno más ganado.

Visto lo visto aún tenemos por delante mucho por lo que llorar. No malgastemos las lágrimas.

El llanto afloja la mirada, la deja limpia y trasparente.

Las lágrimas artificiales son como las tomas falsas. Hay quien las compra por caridad.

No creo en las lágrimas de sangre. El dolor no es rojo.

Las lágrimas aclaran la voz, matizan los colores intensos del drama, lo suavizan.


Elena Larruy

sábado, 13 de febrero de 2021

MÚSICA Y LETRA PARA UNA HISTORIA SIN ACABAR

Esta conversación que escuché hace unos días, se produjo en mi ciudad, en una estación de metro de la línea uno. Los techos de la estación son abovedados, las conversaciones apoco que se levante la voz se escuchan con total claridad por todo el andén. Yo me encontraba al final, eran las dos de la tarde. Salía de clase y me metí en el metro, bajé las escaleras y mientras esperaba que llegara, el que parecía  un vigilante de seguridad -de origen Dominicano, o quizá Cubano-  inició una conversación telefónica con un amigo, que me hizo arquear las cejas y sonreír: a mi y a todos los allí presentes. Corrí a escribir la historia antes que se me borrara, pues no tenía desperdicio, por espontánea y fresca, la pena es que la llegada del metro me impidió escuchar el final.  Esto fue lo que oí



!Ei hermano!

¿cómo estás?

yo por aquí

haciendo la ronda:

pillé a dos gais con el "folleteo"

los saqué del baño

¡tu ya sabes!

Desde que cerraron el gimnasio: fatal,

¡pero fatal hermano!

........

Me he echado una novia, sabes

tiene buen corazón

me llama cada día

trabaja en La Caixa

es una chica inteligente

estudiada

está gordita, pero eso es lo de menos

todos los días voy a comer con ella

y me habla bonito

...


Una sonrisa para esta historia, por favor. Bien la merece, ¿no os parece?

Elena Larruy

sábado, 6 de febrero de 2021

VENTANAS Y MIRADAS

 

     La vida es una larga lección de humildad. James M. Barrie


Pocas palabras, tan clarificadoras de un sentimiento, asociado a la vejez, como la palabra soledad. Nunca me importó la soledad cuando era joven. Desde que cumplí los diecisiete que me independicé, aprendí a estar y convivir con el mundo a solas. Nunca me sentí sola aunque no estuviera acompañada, miento sí me sentía sola en algún momento, nunca abandonada. Ahora en mi momento de mujer adulta el término soledad tiene otro significado diferente. 
Cuando estamos en tiempos de regresos, como me gusta llamar a mí a la vejez, o en las etapas maduras de la vida, estamos más consumidos, uno percibe de manera diferente la soledad. Sabe a otra cosa. Nada más triste estos días que ver desaparecer a los mayores, solos, tremendamente solos, sin una mano que les acompañe. A los que no nos sucede estas cosas debemos estar en continua actitud de agradecimiento con la vida. No quiero ni imaginar pasar esta experiencia con un padre, una madre o un hijo.

Hace no mucho leí estas palabras: «No está más solo el que no tiene compañía que el que no es de nadie». Cuando nada de ti tienen los otros es cuando nos sentimos terriblemente solos. Podemos estar acompañados o no,  sentirnos solos o no, pero cuando realmente estamos dolorosamente solos es cuando el amigo, el hermano, el padre, el hijo, aquel que nos importa y del que nos sentimos o deberíamos sentirnos cerca, no tiene nada tuyo. Eso es realmente la soledad. Cuando nadie tiene nada nuestro.


Obra de March Chagall






.

Elena Larruy

miércoles, 3 de febrero de 2021

LA PALABRA


LA PALABRA

Cuando la palabra enferma

en la garganta

helada la voz se estrecha.

Recuerdo la de mi padre, prisionera aun de guerra, cuando en las tardes de invierno me recogía del colegio y me subía en su vespa: ¡respira por la nariz y cierra la boca! hija -me decía- y yo esperaba ese momento de dicha cocodrilo  para abrirla con todas mis fuerzas, hasta llegar a casa. El resultado buscado era inminente: unas feroces anginas me dejaban en cama una semana. Esa circunstancia, era para mi mucho más soportable que el dolor de mi callada. Siete años tenía. Todo lo lloré en ese momento, mas ahora me pregunto que hacer con estos restos. 

Educada por el credo religioso de los sesenta, me negué a ser la pecadora adoctrinada que pretendían que fuera. No me creí el cuento de los infiernos. Tenía serías sospechas de mi inocencia.  Lo que sí era cierto fue ¡aquel vivir de permanente castigo!. El cielo no estaba tan lejos y probé suerte,  pero también tenía defectos -no era tan benévolo como decían- cada dos por tres te estallaba minas en la cara.No eran mortales pero te dejaban sin habla.Siempre hablaban los mismos.

Las contradicciones y yo nos hicimos amigas. Me acostumbré a ellas. No estaba tan sola. Desojando los días del calendario me tocó el crisantemo: una voz "guadiana" que salía de mis entrañas me guiaba y yo la seguía. No pronuncie palabra, estaba sin voz. La que más me dolía era la que no me daban. Me enseñaron otras voces que no eran la mía. La propia se perdió por los confines de las simas de un pasado en blanco y sombra. Nunca eché de menos esa parte de la infancia en el colegio. Sigo creyendo en los cuentos -que yo me cuento- y en mi padre. 

Así es como se construye una mujer a medias, a medio camino de todo, a medio gas, a medias tintas: aquí y ahora, dándole a la misma cuerda. Intentando desenredarme de ella. 

Mari era muchas cosas: todas pequeñas. A los nueve años ya era pobre: sin palabras. Se sentía a veces como el gusano cien pies que se enrolla sobre sus patas, esos que se estiran y se encogen cuando los tocas: esos.  Le salvó no saberlo y siguió para adelante, levantando la cabeza como sí le enseñaron sus padres.

A veces soy yo.

A veces otra

la turbia voz que se arma

y se desarma

confundida.


Temblorosos castillos de naipes

son las palabras.

En el clamor de un desamparo

se desmoronan

para arraigarse en otro aliento

después de los deshielos

tengo la certeza

que la voz se aclara 

y la palabra

se hace más fuerte.

 

Elena Larruy 


lunes, 18 de enero de 2021

SONETO DEL PUCHERO



Nadie discutirá que estos días fríos de extremo invierno y recogida son los más adecuados para encontrar en la mesa un buen puchero, de esos que hacían las madres y las abuelas de antes, que encendían los carrillos y te reconciliaban con el mundo. Pues bien, este puchero lo he cocinado yo, lo llevé  a clase y todos los compañeros lo  degustaron y contribuyeron con sus sugerencias a hacerlo mejor, guiados por la mano del gran «chef-poeta»  Jesús Aguado. Entre todos lo mejoramos y le dimos gusto y mejor forma.  
Sujetar el soneto a su regla métrica, como todo lo medido, tiene su dificultad. Calzar versos endecasílabos, verbos y predicados (o no) con rima consonante, que suene bien, sean entendibles y empaticen con el resto y con lo que se quiere contar, lleva su trabajo. Encajar en la estructura todas las demás reglas y que el conjunto, respetando los acentos -melódico, heróico, sáfico, dactílico- dándole  el ritmo adecuado y al tiempo conseguir la atmósfera que el poema nos pide, insisto, tiene lo suyo.  No siempre se consigue. En concreto con este soneto y "el bombero infiltrado" además de aprender las reglas, lo mejor que nos pasó es que  echamos unas cuantas risas.
Espero que ya que no podéis degustarlo os llegue parte de su aroma y os caliente un poquito el cuerpo: !que menos!. 


SONETO DEL PUCHERO


Garbanzos, morcilla, rico puchero.
Cuando llega el invierno, un buen cocido
caliente, despierta al cuerpo dormido
y lo deja encendido tal brasero.

No es una encomienda de bombero.
En remojo, bien magro y desvestido
que resucita el mal o el buen sentido             
del noble, del albañil y del clero.

Hueso de caña, carne de morcillo.
No llevar prisas. Que no falte el vino
ni el buen amigo de gusto sencillo.        
 
Deleite lento, humeante y alpino:           
hueso de jamón, vaho de tomillo           
que al sentido quita crédito y tino.

Elena
                       

martes, 12 de enero de 2021

Llevarse

 



Poema inspirado en un aforismo del
poeta Jesús Aguado, de su libro
Heridas que se curan solas


llevarse bien con los espárragos en lata

con el apio

con los polvorones navideños

con el run run de mis caderas

                          

con los programas de la secadora

con Julio Cortázar

con esas cosas que no se dicen

y solo se piensan

 

con los años

de más los por demás

y los que me quedan

 

llevarse bien con las piedras

-no hay otra-

 

y con los rotos de cada día

que pego con saliva

para que no se me escape el vivir

 

llevarse bien con el tapa ojeras

el eyeliner

con la ceja esa insumisa

con el caldera

con ese color difunto

que te devuelve a la tierra

 

llevarse bien con el perdón

como virgencita en capilla

repartiendo bendiciones

de casa en casa 

 

quererse bien por las torpezas

y la palabra chica -el todo a cien de la vida-.

 

Llevarse.

martes, 5 de enero de 2021

MEMORIAS DEL CORAZÓN









MEMORIAS DEL CORAZÓN
(el agradecimiento)


Corría la primavera

por Balmes con Travesera.

Yo también corría

huyendo del invierno

por las mismas vías.

En el pecho una banda 

llevaba mi nombre escrito,

de mi padre el apellido

con su orgullo impreso.


Una historia reciente

con sus enseres de hielo

-cetro, llaves, credenciales, tarjetas-

se deshacía.

Nadie asistió a ese entierro.

Aquella mañana sin nombre

una brida maliciosa

salió a mi encuentro

y se ocupó del resto:

me derribó con violencia

para en dos partirme el  brazo,

el de mando.

Doliente mi causa

y humillada mi suerte

con urgencia compasiva y humana

nos recogió el otro brazo

y nos dejó en la mesa de rayos

del hospital más cercano.

Un asistente enfermero

nos recibió con desprecio

-como si yo no estuviera presente-

y envolvió mi brazo derecho

entre silencios y  mortajas.

El alma asustada

salio afuera,

se negó a entrar en detalles:

aquel asunto "pacato"

no iba con ella. 


"En mi cabeza un canon de voces desafinaba"

entre pensamientos crispados

y hogueras encendidas

que nada alumbraban.


La primavera siguió con su agenda,

a lo suyo.

Tres semanas y un día pasaron

hasta destapar mi brazo.

Cuando eso pasó

       ¡pan y besos pedía!

 Lo asistió el otro brazo

cuidadoso y entregado 

redobló la guardia

lo trató con cariño,

nada le echó en cara,

lo ajustó contra mi pecho

con ternura de madre

para darle abrigo.

Lo acunó con ternura

Le hizo saber que no era huérfano.

Y fue en ese momento de ea ea y arrullo

que yo escuché las gracias más sinceras

que jamás antes había escuchado:

las que mi brazo derecho

le dio

a mi otro brazo.


Elena Larruy

martes, 29 de diciembre de 2020

VIVIR ME GUSTA

 

Soy feliz por estas  manos que escriben,

que pasan páginas,

que sirven al amor.

 

Cambiante

como una veleta,

como un  paisaje en marcha

voy y vengo

por los caminos del mundo 

con un brasero encendido

bajo mi pecho.

 

Como todo humano

estoy hecha 

de retazos y de costuras,

de abrazos que me acunaron,

de tristezas que humedecen

y desconchan  las paredes

de este Edén humano

inhóspito

que habito.

 

Pese a todo desaliento,

se hacer compost

con los deshechos

y cultivo el amor.

 

         vivir me gusta

en esta intemperie,

ya me acostumbré

ahora que se quién soy:

corazón de ballena

ala de abeja, brizna, escombro, 

semilla, fruto, soplo

cúmulo nimbo

agua

arena...

Soy.

 

 Elena Larruy


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