sábado, 25 de julio de 2020

SOY MADRE DE DOS HIJOS




Este poema está inspirado en otro que escuche recitado por su autora la poeta Begoña Abad, a la que aprecio y admiro y tuve el gusto de conocer recientemente.


SOY MADRE DE DOS HIJOS


Uno tiene el pelo liso
el otro rizado
los dos son altos
morenos
y guapos
-que decimos las madres-
       los dos
tienen los ojos castaños.

El mayor se me parece
el menor no tanto,
-es más de su padre-,
la piel tiene blanquita
el nombre romano
y el pelo a lo "afro".
El nombre del primero es griego
la piel tiene morena
el pelo, como los ojos: castaños,
pasa del metro ochenta,
los dos, al nacer,
pesaron más de cuatro.

El que llegó con prisas
a la vida le echa pulsos
pelea y forcejea
se  proyecta con vehemencia
lo mismo que da, exige de ella,
el pequeño, sin embargo...
la torea. Este es sagitario
y pulsos ninguno
¡no vaya a ser que los pierda!.

Los dos van de frente
los dos son rectos y limpios,
en el sentido más amplio,
aunque a veces
jueguen al despiste 
como yo misma hago.
     
El que salió  más inquieto
le gusta el deporte 
nada, pedalea, escala
también le da a la raqueta
siempre va al gimnasio.
El menor es más tranquilo
cuida su cuerpo sin prisas
también visita el gimnasio
-aunque no tanto-
no le gusta complicar
ni que le compliquen la vida.
A las cosas llega sin rodeos
ama lo sencillo
le gusta la calle
las terrazas
rodearse de amigos
niños y barbacoas.
.
Los dos cocinan
lo hacen bien y con oficio
el menor nos hace pasteles
el mayor igual confita un pato
que nos hace paella.

Ninguno "come perdices"
pero son felices con sus vidas
sus parejas y sus hijos.
El menor está casado
el mayor juntado,
de cada uno tengo
el mejor de los regalos.

Uno y otro van en moto
y me llevan de paquete
el inquieto por las curvas
su hermano por los atajos.

El que nació más herido 
el corazón le rompieron
-de eso hace ya unos años-
le costó repararlo
pero ahora, lo tiene
a buen recaudo,
el otro, más práctico y funcional
al mal tiempo
buena cara: 
como si nada pasara,
en eso se parece
al que al  lado mío
duerme en la cama. 

Y si hablamos de dinero
uno y otro son distintos
lo disfrutan y administran
de manera diferente:
el menor lo ahorra
al mayor
le gusta más gastarlo.
El que primero llegó al mundo
sacó una oposición
y se hizo funcionario 
el otro no.
Ninguno de los dos 
trabaja para lo que se preparó

El pequeño es relajado
en su trato es sencillo
templado y sin dobleces
acepta lo que viene
pero ¡ojo! cuidado
que nadie toque lo suyo
porque responde con raza
-tiene a quien parecerse-,
la misma que el mayor tiene:
exigente y flexible cuando toca
de mano tendida y justiciera
lo que da, para sí  quiere.

En los dos está mi nombre
mi talento y mi falla.
Saber que están felices,
que son gente sana
que se cuidan por dentro
es lo que más  me interesa.
A estas alturas de partido
que hagan y sean
cuanto les venga en gana.

Con los dos me siento en deuda
y no es de cariño
ni financiera,
uno aprende el oficio
y compensa deudas
tirando a vieja.
Ellos son mi biografía
mi mapa y mi bandera
mi país,
el espejo
donde cada día me veo.

Como ya se aprecia 
los dos son diferentes
tanto es así
que hasta el género 
tienen distinto:
uno es varón
y el otro hembra,
a ella no le puse mi nombre
aunque por fuera
sea y es "mi maqueta".

Ironías, juegos, licencias,
diferencias a parte
entre ellos y yo 
no hay distancia más larga 
que la lógica de la edad
-que tampoco es tanta-
lo que viene a explicar
-aunque mal y poco-
que al varón  no le guste la poesía
-cómo es natural-,
a la chica tampoco
.-en eso se parecen-.
Ninguno de los dos lee lo que escribo.

¡Y que le vamos a hacer...!

Elena Larruy


La velocidad del sonido es una cosa extraña. Tus padres te dicen algo cuando tienes 20 años y te llega solo a los 40.


viernes, 17 de julio de 2020

LA VOZ MAESTRA DE SARAMAGO

SIN IDEAS NO VAMOS A NINGUNA PARTE


José Saramago junto a su esposa, Pilar del Río



Hay hombres cuyas voces nacieron para ser eternas, la de José Saramago fue una de ellas. Repasando sus frases, citas y fragmentos de entrevistas que concedió y que aquí dejo escritas, no puedo dejar de pensar cuanta falta le hace al mundo personas de esa catadura moral, ética y cultural. Sin ser nada mio, lo son sus ideas y pensamientos, me siento orgullosa de este hombre, por encima de todo un pensador y un ciudadano del mundo, libre.


Las tres enfermedades del hombre actual son la incomunicación, la revolución tecnológica y su vida centrada en su triunfo personal.

La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva.

El viaje no termina jamás. Sólo los viajeros terminan. Y también ellos pueden subsistir en memoria, en recuerdo, en narración... El objetivo de un viaje es sólo el inicio de otro viaje.

Ahora no hay duda de que la búsqueda incondicional del triunfo personal implica la soledad profunda. Esa soledad del agua que no se mueve.

Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre y eso es lo que realmente somos.

No creo en dios y no me hace ninguna falta. Por lo menos estoy a salvo de ser intolerante. Los ateos somos las personas más tolerantes del mundo. Un creyente fácilmente pasa a la intolerancia. En ningún momento de la historia, en ningún lugar del planeta, las religiones han servido para que los seres humanos se acerquen unos a los otros. Por el contrario, sólo han servido para separar, para quemar, para torturar. No creo en dios, no lo necesito y además soy buena persona.

No he sentido jamás la necesidad de un triunfo, la necesidad de tener una carrera, la necesidad de ser reconocido, la necesidad de ser aplaudido, no lo he sentido jamás en mi vida. No he hecho en cada momento nada más que lo que tenía que hacer y las consecuencias han sido éstas, podrían haber sido otras.

Todo el mundo me dice que tengo que hacer ejercicio. Que es bueno para mi salud. Pero nunca he escuchado a nadie que le diga a un deportista; tienes que leer.

Para qué sirve el arrepentimiento, si eso no borra nada de lo que ha pasado. El mejor arrepentimiento es sencillamente cambiar.

He aprendido a no intentar convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, es un intento de colonización del otro.

Sólo si nos detenemos a pensar en las pequeñas cosas llegaremos a comprender las grandes.

El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir.

Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir.

Entraré en la nada y me disolveré en ella.

Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan, y no hacemos nada por contrarrestarlos, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos.

Cuanto más te disfraces más te parecerás a ti mismo

El caos es un orden sin descifrar.

La mejor manera de defender los secretos propios es respetando los ajenos

El éxito a toda costa nos hace peor que alimañas.

Si las conociéramos, las cosas del cielo tendrían otros nombres.

Yo no escribo para agradar ni tampoco para desagradar. Escribo para desasosegar.

Yo no escribo por amor, sino por desasosiego; escribo porque no me gusta el mundo donde estoy viviendo

Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia.

Nuestra única defensa contra la muerte es el amor.

Vivimos observando sombras que se mueven y creemos que eso es la realidad.


El alma humana es una caja de donde siempre puede saltar un payaso haciéndonos mofas y sacándonos la lengua, pero hay ocasiones en que ese mismo payaso se limita a mirarnos por encima del borde de la caja, y si ve que, por accidente, estamos procediendo según lo que es justo y honesto, asiente aprobadoramente con la cabeza y desaparece pensando que todavía no somos un caso perdido.

Hay personajes de novela que están más vivos que algunos que andan por allí.

El poder real es económico, entonces no tiene sentido hablar de democracia.

A lo mejor estoy en un momento de la vida en que me creo tontamente saber algo de la vida.

Pienso que todos estamos ciegos. Somos ciegos que pueden ver, pero que no miran.

Si hay que buscar el sentido de la música, de la filosofía, de una rosa, es que no estamos entendiendo nada.

La mejor manera de defender los secretos propios es respetando los ajenos.

Los únicos interesados en cambiar el mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay.

Dios quiso lo que hizo e hizo lo que quiso.

La alegría y el dolor no son como el aceite y el agua, sino que coexisten


Me gustaría escribir un libro feliz; yo tengo todos los elementos para ser un hombre feliz; pero sencillamente no puedo. Sin embargo hay una cosa que sí me hace feliz, y es decir lo que pienso.


La vejez empieza cuando se pierde la curiosidad.


Hay quien se pasa la vida entera leyendo sin conseguir nunca ir más allá de la lectura, se quedan pegados a la página, no entienden que las palabras son sólo piedras puestas atravesando la corriente de un río, si están allí es para que podamos llegar a la otra margen, la otra margen es lo que importa.

Actualmente los laboratorios invierten más en mejorar y producir viagra y en desarrollar mejores prótesis mamarias que en medicamentos para el Alzheimer. Esto provocará -en el curso de unos años- que más gente de la tercera edad tendrá mejores erecciones y senos más prominentes, pero no recordarán para que los tienen.


Extractos escogidos de conversaciones con José Saramago:

El día en que sea posible construir sobre el amor no ha llegado todavía...

Quien va a morir está ya muerto y no lo sabe.

Espero morir como he vivido, respetándome a mí mismo como condición para respetar a los demás y sin perder la idea de que el mundo debe ser otro y no esta cosa infame.

De esa manera estamos hechos, mitad indiferencia mitad ruindad.

En verdad aún está por nacer el primer humano desprovisto de esa segunda piel que llamamos egoísmo.

Creo que nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven.

Escribo para comprender, y desearía que el lector hiciera lo mismo, es decir, que leyera para comprender. ¿Comprender qué? No para comprender en la línea que yo estoy tratando de hacerlo; él tiene sus propios motivos y razones para comprender algo, pero ese algo lo determina él.

En cierto sentido se podría decir que, letra a letra, palabra a palabra, página a página, libro a libro, he venido, sucesivamente, implantando en el hombre que fui los personajes que creé. Considero que sin ellos no sería la persona que soy hoy, sin ellos tal vez mi vida no hubiese logrado ser más que un esbozo impreciso, una promesa como tantas otras que de promesa no consiguieron pasar, la existencia de alguien que tal vez pudiese haber sido y no llegó a ser.


La importancia que puede tener usar una palabra en vez de otra, aquí, más allá, un verbo más certero, un adjetivo menos visible, parece nada y finalmente lo es todo.

La idea de yo no puedo hacer nada, es la excusa, es la coartada para no hacer nada.


Llevamos siglos preguntándonos los unos a los otros para qué sirve la literatura y el hecho de que no exista respuesta no desanimará a los futuros preguntadores. No hay respuesta posible. O las hay infinitas: la literatura sirve para entrar en una librería y sentarse en casa, por ejemplo. O para ayudar a pensar. O para nada. ¿Por qué ese sentido utilitario de las cosas? Si hay que buscar el sentido de la música, de la filosofía, de una rosa, es que no estamos entendiendo nada. Un tenedor tiene una función. La literatura no tiene una función. Aunque pueda consolar a una persona. Aunque te pueda hacer reír. Para empeorar la literatura basta con que se deje de respetar el idioma. Por ahí se empieza y por ahí se acaba.


Cuanto más viejo, más libre, y cuanto más libre más radical

Si la literatura pudiera cambiar el mundo, ya lo habría hecho.


Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar, necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte.

miércoles, 8 de julio de 2020

EN MI CIUDAD, CONMIGO, A SOLAS







MI CIUDAD Y YO

Me gusta mi ciudad en verano,
en su hora blanca

con las luces de la noche apagadas
y el silencio de sus calles vacías,

ajustarme a su paisaje
sin ser vista,

levantar castillos
debajo de un pino,

escuchar el trino
de un pájaro
        -me encantaría-
pero en mi ciudad
        no hay parques
ni escondites 
ni trinos de pájaros
ni pinos con nidos.
 
En mi jardín urbano
de plátanos y asfalto
hay silencios interiores
entre rugidos de coches
semáforos -que hacen guiños-
arrullo de palomas
taxis negros y amarillos
ambulancias con urgencias
peatones con prisas
autobuses de dos pisos

gente extranjera sonriendo
por calles y avenidas,
entre templos
paellas
y fachadas modernistas.

En mi ciudad
    hay días de verano -como hoy-
que me pongo una gorra con visera
y me oculto tras las gafas
para perderme por las calles de Gracia,
como si yo misma
fuera la extranjera.

Me gusta el paseo matutino
sin agobio ni prisas.
Con la mirada primera                             
llegar hasta Las Ramblas 
-sin saber cómo ha sido-

sentarme en una terraza
de La Plaza Real,
pedir una caña
y un par de tapas,
    suspendida  en el aire,
-en el saliente de una cornisa-
con la sonrisa pegada a la cara,
ver pasar la gente
como agua de río,
    fluir en la corriente
de un pensamiento deshelado,
estar conmigo a solas,
un día cualquiera
en mi ciudad,
no ser esta, ni la otra,
no ser nada:
desarmada, 
            liviana.
                 Enamorada.

 Elena Larruy



martes, 30 de junio de 2020

Y TÚ, ¿HACIA DONDE VAS?




La poesía de Eugène Guillevic




HE AQUÍ UNA ORUGA


He aquí una oruga.
Y repta.

Repta hacia el alimento,
eso es al menos lo que ella cree,

Y además es cierto,
pero también repta

Hacia su avatar,
hacia su vida de mariposa,

Y este objetivo
ella no lo adivina.

Tú, tampoco adivinas todavía
hacia qué escribes.

Si te amaras
tanto como amas
al poema que buscas,
quizá.
no escribirías más.



BIEN QUISIERA


Bien quisieras
avanzar en tu poema
como un arroyo

sinuoso, apresurado
y tiemblas por volverte
como un estanque
donde quizá, estático,
no te reconocieras.



LAS PALABRAS

Participan
de todo lo otro,
las palabras,

Secretadas, masticadas
por los millones de ancestros

Que han todos confiado:
la esperanza, la cólera, los sueños, las revueltas,

Que los han habitado
como las portadas largamente vestimentas
como las camas



BATIR

Sin ala, sin pájaro, sin viento, pero de noche

Nada más que el batir de una ausencia de ruido



El ÁRBOL


Afuera está el árbol y es bueno que esté allá

Signo constante de las cosas que se hunden en el lodo

Es verde, es grande, tiene armas poderosas

Sus hojas como las manos de un niño dormido

Se mueven y parpadean



RECETA


Tome un tejado de viejas baldosas

Poco antes del mediodía.

Póngalo todo a un lado

De un tilo ya mayor

agitado por el viento.

Coloque sobre ellos

Un cielo azul, lavado

Por las blancas nubes.

Déjelos hacer.

Obsérvelos.





Eugene Guillevic



martes, 23 de junio de 2020

LA CONQUISTA INTERIOR




Aprender a conquistarse a uno mismo, cara a cara, a quererse, a tratarse, no es tarea fácil. A veces lo logramos, solo a veces porque a la que nos descuidamos un poco nos perdemos por callejones oscuros donde la noche y sus sombras nos alcanzan, nos llevan de la mano a su terreno. Para todos es lo mismo, claro que no todos lo vivimos con la misma intensidad. Una cosa que sí tengo clara es la consecuencia que una baja autoestima, unida a problemas y preocupaciones de todo tipo, tiene sobre la enfermedad. No hemos sido educados en términos de salud, nos han enseñado que cuando del cuerpo se trata son otros los que deben ocuparse, dejándonos totalmente al margen.
Hace unos días una amiga me comentaba un trastorno digestivo puntual que tuvo y cómo al tratarlo con el medicamento "de solución rápida", al que está tan acostumbrada, le agravó más el problema e hizo que le durara unos cuantos días. Corrió al médico y de paso que lo visitaba  aprovechó la ocasión para hablarle de su dolor de espalda y de cadera y que este le mandara repetir pruebas diagnósticas  de resonancia y radiaciones. Le recordé el conflicto familiar que estaba viviendo, que le había preocupado meses atrás, los temas pendientes que tenía que resolver al respecto, un nudo importante por deshacer al que se enfrentaba recientemente y como ese desencadenante le había provocado la indisposición con sus posteriores consecuencias. Lo hice solo por encima, sin poner ningún dedo en la llaga.  No me contestó, en otro momento lo hará, lo sé, pero esta vez siguió con su costumbre de acudir al botiquín, a la farmacia y al médico de cabecera y al especialista, todo un protocolo de actuación al que en general se está tan acostumbrado. Así he visto crecer infinitos problemas de salud en muchas personas, agravar la enfermedad, convertir pequeños trastornos en asuntos serios, crear dependencias con los medicamentos que conllevan otro tipo de lesiones, a veces irreparables. Veo, en general, mucha incultura y falta de conocimiento, tratamos al cuerpo como si fuera la carrocería de un coche, corremos a repararlo como quien lo lleva al mecánico. El cuerpo en efecto es un vehículo, es el vehículo del alma, del espíritu, del ser, cada uno que le ponga el nombre que quiera y más le guste. El cuerpo es algo serio e importante, está dotado de inteligencia natural, actúa con autonomía y así se le ha de tratar, con respeto y cuidado. Nos habla a través de la enfermedad, nos cuenta cuando algo interno no funciona, qué clase de pensamientos debemos identificar en nuestra mente. Lo sé por experiencia propia, por observación de vida, por ver a muchas personas sufrir y morir como consecuencia de esta desatención. Cronificamos la enfermedad por ignorancia, por falta de cuidado y atención, por esta urgencia inmediata que requerimos de tratamiento. No hemos sido educados en temas de salud, hay demasiados intereses en juego. Tratamos al cuerpo como lo dicho: la carrocería de un vehículo.
Cuando nos comemos la cabeza y nos rallamos con problemas de trabajo o de familia, con asuntos que nuestra mente magnifica y que en muchos casos crea, aparece el dolor y su trastorno con efecto inmediato a veces, otras no tan inmediatos pero sí detectables;  de repente aparece un brote en la piel, un trastorno en la cabeza, una alteración nerviosa, una indisposición intestinal, una alergia, una manifestación clara que pide a gritos ser reparada. Donde primero miramos es afuera, ¿qué cosa me ha provocado esa indisposición?: craso error, la mirada ha de ser interior. Cuando se trata de otro  es fácil observarlo y detectarlo, señalar con el dedo y decirle ¡ahí, ahí está el origen de tu problema! pero cuando se trata de nosotros: el mal de cadera, el dolor de estómago, una subida de tensión, una bajada de azúcar, hasta una infección de orina resistente tiene que ver con un conflicto interno por resolver cuyo origen hemos de saber buscar en nuestra cabeza, en nuestra manera de pensar y procesar.
El estado emocional de malestar tiene una clara evidencia de repercusión en el cuerpo. ¿Alguien tiene dudas, acaso? Asomarnos a ese abismo interior de conflicto interno nos asusta, es más fácil acudir a la farmacia o al médico de cabecera para que diagnostiquen y nos mediquen: un omeprazol, un jarabe gástrico, una radiografía, cualquier cosa con tal de no enfrentarnos a nuestra realidad.  Cuando lo hacemos  la mayoría de veces  no hemos de correr a ningun sitio, solo hemos de quedarnos quietos un rato, en casa, guardar silencio,  escuchar y actuar. El cuerpo nos habla, cierto que no nos educan para escucharlo, más bien todo lo contrario, pues empecemos a saber qué nos dice, a atender sus necesidades y a tratarlo adecuadamente. El cuerpo siempre nos da respuestas inocuas y sabias: si persisten los conflictos, el temor, la rabia, los desencuentros, eso mismo recogeremos en el cuerpo, ¿qué es lo que  estamos haciendo mal? porqué se repiten los dolores intestinales, los dolores de espalda, la irritación de garganta ¿qué es lo que estamos sembrando? La casualidad no existe, es  fruto de la inconsciencia, el efecto es consecuencia de la causalidad. Todo tiene un origen, todo conflicto una causa. Tomemos cartas en el asunto, con responsabilidad, nadie lo hará por nosotros. 

Elena Larruy




jueves, 18 de junio de 2020

LA CUALIDAD MEDIADORA DE LA PALABRA


Pablo Picasso


Imágenes y palabras no deben perder su cualidad de mediadoras entre el presente y el pasado, entre nuestra racionalidad y nuestras emociones. Porque son el vínculo más profundo y estrecho entre lo que sabemos y lo que  reconocemos de nosotros mismos. Porque generan emociones que se convierten en nuevas imágenes y palabras. Porque crean memoria en quienes las ven o las escuchan. Y de nosotros depende que cuando nos recuerden lo hagan con alegría o con tristeza. Que las palabras que pronunciamos sanen o lastimen.


EL LIBRO DE LAS EMOCIONES
son de la razón sin corazón
Laura Esquivel

miércoles, 17 de junio de 2020

EL OLVIDO DISUELVE LA MATERIA PENSATIVA





Poesía seleccionada de ANTONIO GAMONEDA



AMÉ. Es incomprensible como el temblor de los álamos. Estoy extraviado pero yo sé que amé.

Yo vivía en un ser y su sangre se reunía con mi sangre y la música me envolvía y yo mismo era música.

Ahora, ¿quién es ciego en mis ojos?

Unas manos pasaban sobre mi rostro y envejecían lentamente. ¿Qué fue vivir entre heridas y sombras? ¿Quién fui en los brazos de mi madre?, quién fui en mi propio corazón?

Únicamente he aprendido a desconocer y olvidar. Es extraño. 
Todavía el amor
habita en el olvido.
                                                                                

                                                 ***                                        


AMO mi cuerpo; sus vértebras hendidas
por aceros vivientes, sus cartílagos
abrasados, mi corazón ligeramente húmedo
y mis cabellos enloquecidos
en tus manos.
                      Amo también
mi sangre atravesada por gemidos.
Amo la calcificación y la melancolía
arterial y la pasión del hígado
hirviendo en el pasado y las escamas
de mis párpados fríos.

Amo el estambre celular, las heces
blancas al fin, el orificio
de la infelicidad, las médulas
de la tristeza, los anillos
de la vejez y la influencia
de la tiniebla intestinal.
                                      Amo los círculos
grasientos del dolor y las raíces
de los tumores lívidos.

Amo este cuerpo viejo y la sustancia
de su miseria clínica.
                                   El olvido
disuelve la materia pensativa
ante los grandes vidrios
de la mentira. 


***


ALGUIEN desata sus cordajes. Puedo
ser yo mismo, es lo probable, envuelto
en mi sábana negra. Es lo probable. Yo
ya no soy más que mi propio olvido. 

¿Sufro yo de
úlceras en el pensamiento, sufro
de las ocultas, invisibles lágrimas
de mi madre carnal, viuda incesante, Amelia,
bordadora y asmática,
agonizante y
enamorada?

                     Decía que
yo sufro sí, pero, en rigor,
no sé por qué.
                      Yo vivo
-es un decir-, yo vivo
intransitivo, inverso,
como habitando el mercurio arañado de
olvidados 
espejos.

                    No
tiene mucha importancia, ya, pero hay, digo yo, hay
probablemente un
penúltimo exceso:
                              haber
vivido sin
saber para qué y
morir sin
saber para qué.
                         En fin,
lo dicho: sufro
de causas frías. Quizá sufro,
elementalmente sufro
también de indiferencia, envuelto
en mi sábana negra.
                                No sé.
Elementalmente no sé.

                                    Estoy
muy cansado.
   

viernes, 12 de junio de 2020

EL BIENESTAR EN LOS MUSEOS

Artista Marc Chagall


Hace un tiempo  con ocasión de un viaje por Andalucía visité el museo Thyssen de Málaga. Había expuesta la obra de un autor clásico desconocido que no recuerdo el nombre, cuya pintura mostraba escenas costumbristas y labriegas de principios del siglo pasado que poco me interesaban y menos me emocionaban, sin embargo comprobé con entusiasmo, una vez más,  que salia satisfecha de la visita, con un sentimiento plácido, como cuando se sale de un templo. Entendí que no fueron las imágenes  las que me produjeron bienestar, ni los colores ocres de la pintura. ¿Qué era entonces, lo que me hacía sentir bien?. No era la primera vez que me ocurría. De echo casi siempre era así. Reflexioné y entendí que en las galerías de arte importantes se respiraba en el ambiente una energía poderosa de paz y  respeto; -me expliqué- que en parte la trasmitía el artista creador -sin duda- conocía ese estado: ese sentimiento se imprimía en la obra, y la otra sin duda era de los visitantes: interesados,  cultos y sensibles que apreciaban, valoraban y disfrutaban de la pintura. También el cuidadoso, y por lo general exquisito, hacer de los galeristas. Ese conjunto de fuerzas silenciosas positivas actuando en las salas, daban al lugar sensaciones fuertes de bienestar que se trasmitían a las galerías.  Esta era la explicación y no otra. Lo que explica, por lo que tengo entendido,  cómo a las personas con problemas de salud mental, a través de su participación en programas específicos, les beneficia esa exposición de manera tan saludable. Estudios especializados demostraban la mejoría en estas patologías generando en los pacientes bienestar y un importante refuerzo de la autoestima.  

Las obras de valor en el arte,  y en lo personal también,  todo aquello que tiene un valor significativo, son fuerzas de placer e inspiración vivas, universales. Se reconocen porque se sostienen en  el tiempo: las grandes obras  en todas sus modalidades lo son, los buenos sentimientos lo son, las relaciones limpias lo son, el trato justo y amable  que damos a las personas y a las cosas debería serlo.
 
Me cuesta entender el  plano secundario que concedemos a todo lo auténtico, a lo que realmente aporta valor a la vida. Creedme que ¡el dinero no vale tanto!, solo hay que echar una mirada al gran casino del  mundo, -con la nariz tapada-,  aquí se respira demasiado tufo. 

  Elena Larruy


«Un museo es un lugar espiritual. Las personas bajan la voz cuando se acercan al arte». Mario Botta


domingo, 7 de junio de 2020

TERRITORIO INTUITIVO


Ed Faiburn



Soy de esas mujeres que no le gustan los mapas, que le cuesta orientarse cuando cae uno en sus manos. Cuando el lugar a visitar lo requiere acostumbro a ir con alguien que los maneja por mí. Me dejo llevar por la intuición, a menudo prefiero lo que hay por descubrir al destino elegido, me gusta más el viento volando que el pájaro en mano. De la misma manera me oriento por la vida, más por instinto que por agenda o señales visuales. La mayoría pensará que es poco práctico, a mí no me lo parece. Esto me lleva, a menudo, a lugares desconocidos generalmente oportunos que de otra manera nunca pisaría. Disfruto en el doble sentido, me gusta el riesgo y esa manera de ir por la vida.
Si tuviera que dibujar mi propio mapa de idas y venidas, sería caótico, he hecho grandes recorridos en lo que debían ser distancias cortas, -nada ha sido en vano- pero también largas distancias -en territorios espinosos- en un abrir y cerrar de ojos. ¿Qué es más importante para ti? o ¿Cuál es tu forma de ir por el mundo?.


"Cuando nosotras las mujeres ofrecemos nuestra experiencia como nuestra verdad, como la verdad humana, cambian todos los mapas. Aparecen nuevas montañas”. 

Esta reflexión de la escritora Ursula K.Le Guin es para mí la clave, que viene a explicar cómo a través de la experiencia personal crecemos en nuevos territorios que vamos configurando, para recorrer nuevos paisajes.
Ese caminar creativo renueva  circuitos y miradas,  y hace nuestra verdad sólida y consistente. El viejo mapa de ayer, nos ancla a los mismos lugares, nos hace estáticos, ya no nos sirve.
En lo personal defiendo el territorio de las ideas que se sostienen, que perduran en el tiempo infinito, como auténticas y fiables. Un mapa puede llevarnos a un lugar que a lo mejor ya no existe, que nunca estará tan actualizado y será tan veraz como lo está y lo es la intuición. De la intuición me fío.
Elena Larruy

jueves, 21 de mayo de 2020

CON UN LIBRO EN LAS MANOS NUNCA ESTÁS SOLO





Una ventaja de hacerse mayor es que es más difícil engañarse, nos volvemos "más sabios" -entre otras cosas-, también más callados, no solo porque el mundo nos pone una cremallera en la boca  y una fina capa transparente sino también por voluntad propia. Hay una frase de Ernest Hemingway que lo resume muy bien, dice: "se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar".

Estos días de confinamiento que estamos todos tan callados, sorprende asomarte a la calle y no escuchar el murmullo de la gente en la vía y en las terrazas de los bares, o el ruido de los motores de los coches rugiendo. Vivir esta paz me gusta. El cuerpo pide a menudo reposo, quietud para el alma; muchos pensaran que es tristeza, aburrimiento, hastío, pero no, no se trata de eso, es una necesidad del alma, que le pide  serenidad, quietud y expansión creativa.
Felizmente esta es mi experiencia, puedo decir que me he sentido más confinada en muchos otros momentos de mi vida, y por otras razones.



Artista Georg Paulí


Muchos somos los que buscamos la compañía de los libros que nos nutren y alimentan, que nos cuentan cosas que ya vivimos o aventuras que ni soñamos, sentimientos que  emergen, recuerdos del pasado -unos buenos otros enmohecidos-,  historias que nos hacen vibrar:  volver a la infancia con  relatos que nos transportan a otros mundos, conocimientos del vivir cotidiano, avances tecnológicos, científicos que nos enseñan, metodologías  neurolinguísticas: para cambiar malos hábitos, maneras sanas de nutrición, asuntos desclasificados, falsas verdades donde echar tierra encima, mundos paralelos, poesía, ensayo y tantas otras lecturas de la ciencia del conocimiento que engrandecen nuestro saber y nos ensancha la mente y el espíritu.



Imagen Fotomontaje Joan Margarit


El hombre que lee siempre está en condiciones de elegir y mejorar, de que la vida le sea más atractiva. Disfrutando del placer de la lectura contribuimos en hacer un mundo mejor, el hombre que lee no lleva armas en sus manos. La lectura como la música siempre son buenas compañeras.





Un día un comerciante empresario propietario de un negocio que conocí me contó, presumiendo, que nunca en su vida había leído un libro. "El, que era tan listo": cierto que lo era, y su olfato y maneras  le habían llevado a tener una pequeña empresa que le daba beneficios suficientes para permitirse ir de crucero una vez por año con sus palos de golf.  Era un hombre maduro y atractivo de esos  que seducen y van "a la caza de mujeres, a ver quién cae rendida a sus encantos". Cuando me dijo vanidoso que jamás había leído un libro, sentí una especie de vómito: ¿se puede ser más estúpido? -pensé- presumir de no haber leído nunca un libro. Jamás me relacionaría con un hombre tan pobre. Conozco muchos casos de gente no instruida, con escasos conocimientos culturales, que son muy inteligentes, y lo son más aun por su humildad y humanidad, también por su naturalidad. De haber tenido oportunidades, que no tuvieron, seguramente ocuparían hoy otro lugar en la escala social, que tampoco los haría más importantes pero si más libres para elegir, y seguramente más felices. Este hombre plegado de mente y de alas, crecido solo en su vanidad, no sabe lo que se perdió, se quedó sin probar el alcance de su vuelo, nunca sabrá hasta donde le habría  llevado el conocimiento de los libros que nunca leyó. Dice Jesús Quintero de estas personas que son las peores porque en la mayoría de casos han tenido acceso a la educación.






No tuve de niña la fortuna de disfrutar de la lectura, así que los libros y yo nos fuimos conociendo muy poco a poco, hoy son fieles aliados y grandes amigos. En ellos encuentro las respuestas que siempre ando buscando, nunca me defraudan. Siento por esos libros y sus autores constante gratitud.





Estos días  he reforzado la idea de insistir en mi nieta de trece años que se esfuerce más por la lectura, no solo por lo que las materias del curso le  exigen, o por las lecturas que más le gustan, y que son pocas, también por todas aquellas por las que siente curiosidad. Leer ayuda a concentrarse, ensancha la mente, crea hábitos y siempre pide más. Envidio a los niños lectores que para su cumpleaños o en Navidad piden libros. Una persona lectora siempre llega más lejos y no me refiero solo a competencias profesionales o de índole económico, me refiero a la libertad que proporciona el conocimiento, en todos los sentidos: nos quita miedos, nos hace viajar, rompe barreras, crea futuro, nos da criterio, nos cuestiona, nos plantea  dudas, nos ilustra con infinitos datos, nos aclara y da luz.






Hay por otra parte muchas maneras de leer: lectores compulsivos que evacuan la lectura en dos minutos, los hay devoradores de historias y de bestsellers, los estudiosos, los literarios, los que disfrutan hasta con la tapa de la portada, la encuadernación, la traducción si es el caso, como no con la narrativa, las tramas, hasta con el prólogo, el tipo de letra, estos son los que aman de verdad los libros y la lectura -una especie "rara" en extinción-.






Cuando acabamos de leer un buen libro igual que pasa cuando regresamos de un viaje ya no somos los mismos. ¿No os parece apasionante?





Animo a niños y  adultos a crear hábitos saludables de lectura, a insistir en los adolescentes. La lectura es el mejor regalo que podemos hacer a nuestros hijos. Animo a los más jóvenes a que se esfuercen en desviar la atención de las redes sociales insulsas y pacatas. Me desarma la superficialidad de tantas mentes poderosas, inteligentes y sensibles expuestas a tanta vulgaridad; corren serio peligro de volverse idiotas de remate y de repetición. ¿No pensáis lo mismo?.

CITAS


“Cuando oigo que un hombre tiene el hábito de la lectura, estoy predispuesto a pensar bien de él”. Nicolás de Avellaneda


“El estudio ha sido para mí el principal remedio contra las preocupaciones de la vida; no habiendo tenido nunca un disgusto que no me haya pasado después de una hora de lectura”.
Montesquieu


“El libro es fuerza, es valor, es poder, es alimento; antorcha del pensamiento y manantial del amor". Rubén Darío


“He buscado el sosiego en todas partes, y sólo lo he encontrado sentado en un rincón apartado, con un libro en las manos". Thomas De Kempis


“Libros, caminos y días dan al hombre sabiduría”. Proverbio árabe


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