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sábado, 1 de agosto de 2015

EL AYUNO

El ayuno es uno de los mecanismos curativos naturales más antiguos del mundo. Todos los animales, salvo el hombre moderno, ayunan instintivamente cuando están enfermos. Aún hoy existen tribus primitivas en el Amazonas, en África Central y en remotas regiones de Asia, que mantienen “casas de enfermos” en las afueras de sus aldeas, donde las personas aquejadas de alguna enfermedad se retiran para someterse a prolongados ayunos totales hasta que recobran la salud y la vitalidad. Los yoguis de la India son bien conocidos por sus ayunos y sus limpiezas de colon. El ayuno terapéutico ha constituido siempre una parte muy importante de los regímenes de enseñanza taoísta. Los maestros hacían ayunar a sus discípulos durante periodos prolongados, para que purificaran el cuerpo y la mente  antes de exponerles sus técnicas más avanzadas.
Los antiguos Griegos ayunaban para conseguir salud y longevidad, y eran renombrados por su robusta constitución física. Galeno, Paracelso e Hipócrates padres fundadores de la medicina occidental, practicaban y recetaban el ayuno para todas las enfermedades graves, y lo recomendaban como excelente régimen preventivo. Pitágoras exigía a sus discípulos que ayunaran durante cuarenta días para purificar cuerpo y mente antes de trasmitirles sus más altas enseñanzas. Platón y Aristóteles, cuyo pensamiento constituye la raíz y el núcleo de la filosofía occidental, ayunaban regularmente para mejorar su salud física y estimular sus facultades mentales. 

El ayuno desencadena un proceso de limpieza verdaderamente maravilloso, que llega hasta la última célula y el último tejido del organismo. A las veinticuatro horas de suspender la ingestión de alimentos, las enzimas dejan de entrar en el estómago para dirigirse a los intestinos y al torrente sanguíneo, por el que van circulando y destruyendo todo tipo de productos de desecho, tales como células muertas y enfermas, microbios indeseables, subproductos del metabolismo y sustancias contaminantes. Todos los órganos y glándulas reciben un necesario y bien merecido descanso, durante el cual se purifican y rejuvenecen sus tejidos y se regulan y equilibran sus funciones. Todo el canal digestivo se vacía, y lo que sale por su extremo inferior seguramente sorprenderá y asqueará a quienes ayunan por primera vez, hasta el extremo de hacerles adoptar el ayuno y la limpieza de colon como hábitos permanentes.

El beneficio más importante del ayuno tal vez sea que limpia y depura a fondo la corriente sanguínea. La sangre tiene la función de transportar oxígeno y nutrientes a todas las células del cuerpo, y debe también retirar los residuos metabólicos de las células para que sean excretados por los riñones y los pulmones. Asimismo, la sangre es el “vigilante” inmunológico del cuerpo, que hace circular las enzimas, los glóbulos blancos y otros factores inmunitarios durante las veinticuatro horas del día, en misiones de “búsqueda y destrucción” de los invasores. Y la sangre sucia no puede realizar correctamente estas funciones. En consecuencia se instaura la destrucción. Disminuye la resistencia, la toxemia se vuelve crónica y los gérmenes disponen de plena libertad para invadir los tejidos más vulnerables.

El ayuno también restablece el pH de la sangre. La acidosis de la sangre se ha convertido en una importante afección de la civilización contemporánea, y en la responsable de toda clase de desgracias. Cuando la acidez de la sangre es elevada, la corriente sanguínea deposita el ácido en las diversas articulaciones, en forma de cristales que forman espolones que literalmente “sueldan” las articulaciones además de sustituir al líquido sinovial que las lubrifica de manera natural. La consecuencia es una dolorosa e incapacitante artritis. El ayuno permite que las enzimas entren en las articulaciones y disuelvan dichos cristales con lo que se restaura el líquido sinovial y se recobra la movilidad. El ayuno elimina también la acidosis de la propia corriente sanguínea. Los efectos secundarios que se perciben durante los tres primeros días de un ayuno se deben a que estos cristales ácidos y otras toxinas entran en la corriente sanguínea en masa para ser eliminados.

El ayuno constituye una excelente terapia para los trastornos mentales. En Rusia donde el ayuno recibe el nombre de “cura de hambre”, se han obtenido resultados espectaculares. En 1972 el Dr., Yuri Nikolayev, del Instituto de Investigaciones Psiquiátricas de Moscú, informo que había tratado con éxito  más de siete mil pacientes que sufrían diversos trastornos psíquicos, como esquizofrenias y neurosis.

¿Padece usted de impotencia o esterilidad? Quizás haría bien en buscar al culpable en su colon. Los cólones obstruidos o intoxicados afectan negativamente a la sexualidad masculina y femenina al oprimir, y por tanto, perturbar los órganos y glándulas sexuales.
El médico Chang Tsung-cheng de la dinastía Sung, en el siglo X de nuestra era escribió detenidamente sobre los beneficios terapéuticos de limpiar el colon de las toxinas y residuos en él acumulados, y recomendó esta terapia para toda clase de trastornos en apariencia dispares, tales como indigestiones, restreñimiento, problemas respiratorios, jaquecas y fiebres, articulaciones rígidas y doloridas, anomalías mentales y emocionales.

El método taoísta tradicional para la limpieza del colon consistía en ayunos combinados con potentes hierbas purgantes que disolvían las mucosidades y arrastraban los residuos del colon. Estos métodos aparecían citados ya en el siglo III a. de C., en el Clásico de Medicina Interna del Emperador Amarillo.

Hoy en día los laxantes y purgantes químicos han llegado a figurar entre los medicamentos más vendidos del mundo occidental, donde el estreñimiento se ha convertido en un problema crónico para jóvenes y viejos, hombres y mujeres por igual. A diferencia de las hierbas naturales que los médicos todavía utilizan para purgar los intestinos, en combinación con los ayunos terapéuticos y las terapias nutricionales, estos laxantes occidentales están compuestos por productos químicos inorgánicos que resultan absolutamente incompatibles con el organismo humano. Para producir su efecto, irritan tan intensamente las mucosas del colon que éste literalmente se contrae como una serpiente herida para expulsar la perniciosa  droga junto con cualquier residuo suelto que se encuentre en su camino. Estos laxantes no hacen nada en absoluto para desprender las profundas incrustaciones de desechos proteínicos putrefactos, residuos tóxicos de fermentación y capas de mucosidades secas. Con el uso prolongado, dichos productos acaban debilitando tanto los intestinos que al fin cesan completamente de funcionar sin el estímulo artificial de laxantes cada vez más potentes. Y cuando estos ya  no hacen efecto, el siguiente paso del desventurado paciente es acudir al quirófano para que le hagan una colostomía.

Por fortuna existen otras formas mejor de limpiar el colon y restaurar la actividad intestinal normal, la forma basada únicamente en el elemento más abúndate y más vital  de la naturaleza: el agua. A través del método de la irrigación y  sin ningún producto químico, se puede  limpiar completamente el colon de heces bloqueadas y de residuos tóxicos incrustados sin producir ningún efecto secundario. Los médicos soviéticos son conscientes de que no se puede administrar ninguna cura para ninguna enfermedad a un organismo sucio o intoxicado, incapaz de de asimilar y utilizar los medicamentos. Un cuerpo desvitalizado por la toxemia crónica tampoco tiene la suficiente fuerza ni energía para recuperarse plenamente de tratamientos tan agresivos como la anestesia, la cirugía y las terapias químicas. 
DANIEL REID  El TAO de la salud, el SEXO y la LARGA VIDA




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