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lunes, 20 de enero de 2020

TÚ, MI CASA






TÚ, MI CASA


Me invitaste a bailar en Febrero,
eran fiestas de San Blas.
Subí a tu pueblo a encontrarte;
de entre muchos te elegí,
tù, no viniste a buscarme.

De haber llevado traje de luces
no me habrías gustado,
como tampoco me atrajo,
tu pelo leonado
ni tu americana de pana.

Me distraje en tu cabeza,
en la onda expansiva de su alcance.
Dabas el perfil: de frente y de costado,
y me puse para ti interesante:
leona, financiera, frambuesa, chocolate.

En una de esas vueltas
al volante de mis curvas veinteañeras
me dijiste: sube, te llevo a casa,
y juntos nos fuimos
al paraíso, en un seiscientos.

Nos costó llegar,
un viejo motor agonizante
nos tiraba a cada paso
por empinadas vueltas de montaña,
a cuatro grados bajo cero,
y a cien kilómetros de casa.

Aquella noche aciaga,
salvando obstáculos y vallas,
una estampida de caballos
atravesó mi pecho,
y fue en ese instante ecuestre
que supe,

que ibas a ser mi casa
y yo... tu gata.

Elena Larruy




miércoles, 21 de marzo de 2018

MI CASA, FORTALEZA, BELLEZA Y MAGIA


Congost de Mont-rebei


Cañones estrechos
desfiladeros
paredes sacras
majestuosos templos pétreos
coronados por un cielo
de acuarelas y estrellas.
En las faldas de este santuario,
de vida fluyendo y de  magia,
desvelándose la primavera,
nací un día de marzo.
Yo, Elena
gota de agua,
río creciendo
sediento de océano.






Para saltar se concentró la piedra.
Levantaron los cuellos los gigantes.
Se formaron los regios farallones,
torres, muros, cadenas y cascadas.
Arriba, el pino negro,
el haya clara, el ágil sarrio anaranjado
y el buscador feliz...
Y nosotros rompiendo lo intocable.

Cae, ensordecedora e impasible,
la gruesa lluvia que protesta.
Ensimismada, la naturaleza
nos rechaza con su desprecio,
distinta y luminosa.
Aquel fondo del mar
está tocando el cielo.
El glaciar del Monte Perdido
se yergue impávido:
ya él sufrió su derrota y sacudida.
Allá arriba, el pétreo
desierto descansa inmune:
trepan hasta él
la niebla hecha girones
y los esbeltos bojes.
Entre todo esto, ¿Donde estás, ángel, tú?

El poema de Tobías desangelado
Antonio Gala

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