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lunes, 4 de julio de 2016

LA DESPEDIDA DE ARMANDO





La gente solo muere cuando la olvidan


Armando fue un tipo singular, un hombre de carácter; recto y resolutivo, de ideas firmes.  En el largo  tiempo que duró su cáncer, cuando alguien le preguntaba como se encontraba -aunque se estuviera muriendo, como era el caso- siempre respondía lo mismo: bien, muy bien, gracias. Se negó a recibir lastima de nadie, despreciaba la muerte con elegancia. Hasta el último momento mantuvo la normalidad en sus hábitos y costumbres, incluso hizo proyectos y tomó decisiones hasta subirse al último tren. En la estación quedó su compañera de toda la vida, Susana,  la madre de sus tres hijos, la mujer gentil que siempre estaba a su lado, de buen humor, la que lo cuidó con vehemencia y mucha paciencia, la mejor compañera que un hombre como Armando pudo haber tenido. Hoy 4 de Julio lo hemos despedido en su ciudad, Barcelona, y lo hemos hecho como él dispuso en una carta: sin últimas miradas, ni flores, ni recordatorios, solo con su música y sus ídolos. Cuando la oficiante abrió  la ceremonia para recibir el féretro,  empezó a sonar la música de un villancico navideño, cantado por Raphael: El camino que lleva a Belén, que era la que se escuchaba en su casa  cada año cuando celebraban la Navidad con toda su familia en la mesa. Luego le siguió  su cantante  favorito Alfredo Kraus; nos han contado que le gustaba cantar, que amaba la música y que siempre oía Ópera y Zarzuela; más tarde le tocó el turno de Plácido Domingo con el tema  "Amapola...lindísima amapola..." y para acabar Lucciano Pavarotti -que os dejo más abajo- con el que bromeaba diciendo que él cantaba mejor. 
Esposa, hijos, nietos, amistades, todos juntos le hemos dado el último adiós en un acto hermoso y emotivo. No ha habido más lecturas, ni más explicaciones, solo la música sonando mientras la familia le lloraba y se despedían de él, fundidos en  abrazos haciendo  piñas: en el adiós al padre, al abuelo, al esposo, al amigo.

Un acto precioso, chocante y genuino, como él era. Y esa es la parte que quiero destacar y aplaudir en esta crónica necrológica. No me corresponde a mi hablar de Armando, por que tampoco fue una persona que yo conociera mucho, pero hoy he dicho para mis adentros,  esa expresión tan nuestra de ¡ole ole y ole! por Armando: Genio y figura hasta la sepultura. No se si desde otras latitudes se puede entender cuando digo "chocante" porque cuando aquí se cantan villancicos es invierno además de Navidad, lo que nunca nadie  podía imaginar es que en un tanatorio en pleno verano sonara un villancico como despedida. 

Creo que todos merecemos vivir con dignidad, pero también morir con la misma dignidad y respeto y si es rompiendo normas y ritos vacíos de contenido mejor que mejor. En todos los actos de la vida ha de haber amor y verdad y esta despedida me ha parecido hermosa y digna de ser contada. Os invito a escuchar la música que Armando eligió para despedirse: Una furtiva Lágrima. 

Elena Larruy    



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