lunes, 30 de diciembre de 2019

YO NO ODIO


Artista Egon Schiele


Acabo de leer una entrevista a la famosa actriz francesa Fanny Ardant con motivo del estreno en Francia de su última película, La Belle Epoque,  donde declara ser y amar la contradicción. Además de dejar clara constancia de lo que ama y lo que no le gusta, utiliza hasta la hartura la palabra odiar. Dice, entre otras, odiar lo políticamente correcto y el puritanismo; a sabiendas de que pueda pensar que soy una puritana, que dicho sea de paso no lo soy, me pregunto si es posible sustituir el verbo odiar por otro que venga a decir lo mismo, aunque no sea de manera literal: ¿Aborrezco? ¿Detesto? ¿Condeno? ¿Desapruebo?; a ver ayudadme: que más, que más, ¿Renuncio?, no comulgo, me molesta y un largo etcétera de verbos, sinónimos o maneras de decir que nos brinda el diccionario (imagino que el francés también). Por qué entonces no utilizar otro expresión más amable, menos ofensiva al oído.




Cómo personaje público, cuando te pronuncias ¿no deberías a la humanidad o al inmediato más próximo el compromiso de no odiar tanto?. 

Tú crees, como yo,  que la política es un juego sucio,  dices ser fiel a los tuyos y salvarlos de toda quema justa e injusta, por mucha condena de un juez que exista, que te muestras estar por encima de lo que señalas, condenas y niegas  con el dedo, que te manifiestas como una mujer libre e independiente: realmente ¿en qué crees tú?. Y sí, al final te entiendo, la entrevista da en el clavo: crees en la contradicción. No crees que cuando se cree en la familia en la amistad, como tú dices, uno no odia, cuando se cree en la inteligencia como tú reconocías creer en la del que fue tu compañero Françoise Truffaut,  tampoco se odia. ¿Por qué esa palabra tan repetidamente en tu boca Fanny? 
Se muy poco de tu vida, prácticamente nada. El hecho de que tengas un palmarés de 78 películas a tus espaldas te acredita y dice mucho de ti,  el simple hecho de ser artista también te concede un valor extra a mi mirada,  por ello te aplaudo, pero odiar Fanny, no, odiar ya odian bastante los que matan, roban y quitan la vida a los otros, además de destruir la propia. No odies tanto, no te restes belleza, tienes el privilegio de la tribuna, tu voz se escucha, por eso llega hasta mí; me encanta oír la palabra en la voz de una artista, de una mujer con coraje que no se deja someter, que se aleja de la sentencia de los juicios mediáticos, que vive y aplaude el arte de envejecer con naturalidad:  dignamente,  no me gusta tanto la que dice le gusta vivir peligrosamente, la que dice amar las contradicciones, yo también las autorizo y reconozco, pero amar lo que se dice amar, no las amo. Seas como seas y digas lo que digas la palabra odiar en tu boca ni en la de nadie no me gusta Fanny Ardant.   ¿Quieres, puedes hacer algo al respecto? Gracias.

Elena Larruy



Imagen Fanny Ardant


jueves, 26 de diciembre de 2019

UNA SONRISA PARA MARTINA

























Improviso un poema y un bizcocho,
busco unas palabras
y una vela
que devuelvan la sonrisa a Martina.

¿Estás ahí?, le pregunto en un Whatsapp
a tres pasos de casa.
¿Puedo pasar?  «dale»
 me responde en «argentino».

Me invita a un macchiato y un abrazo,
celosa la perra toma  mi falda,
me cuenta que habló con su hija en Rosario
y que no para de llorar.

Hablamos de La Navidad, de mi Blog, de Darío
de los hidrolatos y las esencias
de la vicepresidenta argentina
     de lo sola que está.

¡Tomé un enfado bravo!
mira vos que me contó Victoria...
En Febrero agarro un billete
y me presento en Rosario.

Me intereso por el tipo
que la invitó a cenar el sábado,
me muestra perfil y foto,
le digo lo que pienso: «un básico»

Me devuelve una sonrisa
y me contesta: a  mí el que me conviene
es el flaquito, el de la escalera de al lado,
el de la bici,
parece un buen tipo.

¿Sabés vos de quien  hablo?
De otro «fondo de armario» Martina.
Se peta de la risa a la cuestión que le planteo
¿no es mejor estar sola que con un ropero?.


Elena


jueves, 19 de diciembre de 2019

LA POESÍA PUEDE SALVAR AL HOMBRE





Empezaré diciendo que detrás de cada buen artículo hay un gran periodista y una más que excelente figura humana, de esas que tienen no solo calidad literaria, en este caso periodística, sino también rigor y exigencia. El artículo Poetas y Filósofos al que me refiero es el publicado por La Vanguardia el pasado 18 de este mes de Diciembre, cuyo enlace dejo más abajo. En él Lluís Foix menciona a dos grandes hombres muy viajados por todas las letras, como el expresa,  Llorenç Gomis y Carles Nadal, de los que dice podían hablar de autores de la generación del 98 como si fueron de su propia familia, hasta ese punto conocían a Unamuno y Baroja. Gomis hablaba de belleza, bondad, elegancia humana, convicciones, ¡dios, me llevo las manos a la cabeza!, ¿donde están esos hombres?. Buscaba la verdad entre las dudas, ese sí que sería un buen influencer. Los dos, cuenta, tenían un talante liberal sin fronteras ni físicas ni mentales, eran hombres libres de pensamiento, lo que unido a sus amplios conocimientos de la historia pasada y presente así como de lo que acontecía y observaban de los comportamientos humanos los convertía en grandes humanistas. La vida de esos dos hombres doctos y sabios que además leían y sentían la poesía estaba llena de todo sentido. 
Este artículo de Luis Foix que me ha llegado a través de Fernando, un familiar, al que agradezco,  es digno de reflexión, si, de pararse a dar valor y sentido a las palabras, de ver en que nos están convirtiendo y a que nos están reduciendo: contiene verdad de la buena, cada vez más escasa, de la que a mí me gusta, no de la posverdad, o mentira emotiva,  sobre la que se construye la vida ahora, donde cualquier mentira es verdad, donde todo lo público se convierte en banalidad y emotividad simplona, en el mejor de los casos, en el peor en juicios y condenas populares donde nadie se atreve a levantar la voz por miedo a ser sentenciado y quemado en la misma hoguera. Ahí lo dejo.

SI, YO TAMBIÉN DEFIENDO QUE LA POESÍA PUEDE SALVAR AL HOMBRE. Estoy a la espera de ver que influencer de valor y conocimiento levanta esa bandera para sujetarla con mi mano. 

Elena Larruy




sábado, 14 de diciembre de 2019

QUERER A LOS PADRES CUANDO SE HAN IDO

La nostalgia, como el tango, no va conmigo. No echo la mirada al pasado, me pesan las heridas, lo que no rechazo es el sentimiento del cariño recibido de mis padres. Ahora que ya no están, estamos aprendiendo a querernos más y mejor, vengo de una generación que se quiso poco, y pocos fueron los abrazos. En su momento los quise como quieren los hijos, despreocupadamente y a medias. Completo ese cariño a medida que vivo y tengo otra medida de lo que fue el amor y la atención recibida. A menudo escucho el sentimiento de arrepentimiento en hijos que se lamentan por no haberlos querido más y mejor. Yo digo que nunca es tarde, también que no somos culpables por no haber sabido querer como merecían y seguramente esperaban; esto es una escuela, siempre estamos aprendiendo y siempre estamos a tiempo de quererlos, de alguna manera están, yo así lo siento "no todos son igual de expresivos", hay que bajar el ruido y conectar con el corazón para escucharlos y poder hablar y decirles lo que no les dijimos, yo por ejemplo les digo que los siento muy cerca del corazón, y ellos me responden lo mismo. Mis padres me dieron todo lo que tenían, de la mejor manera que supieron y sabían. De ese sentimiento salió este poema.




                                                                                                A mis padres


CUENTAS PENDIENTES

Con mis padres tengo
una deuda de cariño
que pago
a plazos vencidos;
ellos ya no están
aquí conmigo.
De tanto en tanto
siento un abrazo
con acuse de recibo
en una voz
pegada a mi oído
que me dice:
deuda satisfecha,
atendida:
cambio.

Elena


martes, 10 de diciembre de 2019

LA RESIGNACIÓN DEL SABIO


Pienso como Nietzsche que el sabio cuando llega a viejo se paraliza su acción. Sus conocimientos se replican e interpretan en la sociedad siguiente, se teoriza sobre ellos, pero muere el instinto creador y la acción que los impulsó. 




Yo creo que el saber mata la fuerza del instinto, no deja lugar para la acción. La verdad es que todo conocimiento nuevo carece de un mecanismo ejercitado y de unos hábitos placenteros. Pero todo esto se produce después. Esperamos a que una nueva generación coja la cosecha, no nosotros. Esta es la resignación del sabio. Se ha vuelto más pobre y más débil, incapaz para la acción, por decirlo así, paralítico; es un vidente que se ha quedado ciego y sordo.
Tratados filosóficos
Fiedrich Nietzsche





Lo que distingue las mentes verdaderamente originales no es que sean la primeras en ver algo nuevo, sino que son capaces de ver como nuevo lo que es viejo, conocido, visto y menospreciado por todos.


jueves, 5 de diciembre de 2019

NADA TUVE, NADA QUIERO



                                                        Sesión  KARMELO C.IRRIBARREN


Despidiendo al tío Vicente

Fue durante su entierro
que se acercó un familiar,
me dio dos besos
y me enseñó una fotografía
que llevaba en su mano:
son tus abuelos:
paternos,
me aclaró.
Mentiría si dijera
que no sé lo que sentí.

Fue como cuando alguien
te ofrece algo viejo 
que perdiste hace
mucho tiempo
         y no estás seguro
de querer recuperar.

Elena


lunes, 2 de diciembre de 2019

SALVAR LOS SUEÑOS


Autor Edward Fairburn



SALVAR LOS SUEÑOS


Hoy
me desperté
adolescente,
caprichosa y rebelde,
con la extrañeza
del que vuelve a casa
después de un viaje:
nunca somos los mismos
al regreso.
No se de donde vengo.
Pido cuentas al espejo;
me equivoco de persona,
la despido y me regreso
al paraíso de mi cama
a descansar la mirada:
un mal de ojos me ataca
con recuerdos inútiles y viejos,
más intacto deja el vacío
de los sueños,
para aquellos que aún
no despertaron.

Muchas son
las cosas
que la nieve blanca de los años
nos esconde:
cuando el corazón
echa cuentas,
no le salen las letras.

Son los sueños
los que nos salvan
de la mirada gélida y adusta,
                por eso yo, los abrigo,
por eso yo los despierto.

Elena Larruy

sábado, 30 de noviembre de 2019

VIVO EN CASA DE MI GATO

Una vez tuve una gata, se llamaba Nuca, era como describe el poema, pero mucho más traviesa que no cuento, y no fue la única, varios fueron los gatos y gatas que tuvimos cuando criábamos hijos. Los gatos murieron, los hijos se hicieron mayores y fueron dejando el hogar, luego vinieron los nietos, como caídos del cielo, el mejor de los regalo. Ellos, la música y los gatos abrigan los corazones en el invierno, cuando se siente el frío y la nieve blanca cae sobre la edad.



                                                                                                  
Para Mía Huguet la gatita que ya es una gata


PARAMIAHU
mi música predilecta.

Me gusta su distinción,
sus rasgos felinos
su trato justiciero
acariciar su pelo fino,

sus andares elegantes
su manera de esperarme
y ajustarse a mi regazo,
cuando a mi costado se tumba
y ronronea: me gusta,
o cuando se pone zalamero
y remolón
y para mi hace la croqueta
y de repente brinca
a esconderse
en el primer cajón que encuentra.

Me acomodo
a su vivir independiente,
lo mismo que él hace al mío,
nunca inoportuno,
al contrario, me gusta la caricia
que me dice:

¡tú me gustas!.

A veces es engreído
ufano y altanero,
así: también lo quiero.

De su higiene y de su pelo
se ocupa con esmero,
afila sus uñas en un madero.

Algo exquisito en la comida:
come bien y poco,
si se indigesta: toma hierba
en su maceta y ayuna.

Políticamente incorrecto,
inadecuado a las visitas,
no se anda con chiquitas:
si le gustas, te acaricia con su lomo
si no, huye sin titubeos.

Cuando el radar de su cola
lo pone en guardia,
porque atisba un peligro:
arquea el lomo
huyendo a toda prisa
con los pelos en punta
y un soplido muy
pero que muy furo.

Más si de amores se trata
visita otras casas
en busca de gatas.
Maltrecho y despeinado,
a su regreso
no hay reproches ni enfado
bajo este techo,
para este amor correspondido
que cuida y protege
que acompaña y abriga
que asiste y reconforta
en la mejor medida,

que me espera cada día
al volver a casa.

¡Créeme!
¡Hazme caso!:

Deja que te adopte un gato.

Elena Larruy

miércoles, 27 de noviembre de 2019

ECOS DE HORROR Y CÁNTICOS COTIDIANOS




Este poema es un trabajo que Sara, la profesora de literatura, nos pidió en el taller de poesía al que asisto. Propuso crear una poesía a partir del poemario Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca, y así lo intenté, inspirándome en otra ciudad  Bangkok, de donde acababa de regresar de unas vacaciones y había observado el mismo feroz capitalismo y la misma explotación humana que el poeta Granadino vió en Nueva York. Después de horas de intento frustrado, de ensuciarlo con datos y hojarasca de escaso valor poético, acabé abandonándolo.
En otra sesión la propuesta era construir otro poema de carácter cotidiano, en un  lenguaje coloquial inspirado en el poema Un jueves telefónico, de otro García: Montero. Este parecía más fácil, o así me lo pareció. De manera que atendiendo las propuestas y la pauta sugerente que nos acababa de dar, en el sentido de que hiciéramos que los poemas dialogaran, me puse en ello.
Y como a menudo pasa componiendo, se parte de una idea y el poema toma el mando para llevarte donde él quiere. Así fue en esta ocasión, y no solo eso sino que al final concluí que estaba matando  "dos pájaros de un tiro", aunque yo diría que a uno más que matarlo lo herí: dando así por terminados mis dos trabajos, lo que se dice "un dos por uno".


ECOS DE HORROR Y CÁNTICOS COTIDIANOS

Sobre las seis y media me despierto
con una idea fija en la cabeza
"hacer que dialoguen los  poemas",
que nos dijo Sara en la clase.

Con trazo indolente
retomo el mío, a medio hacer.
Un río aceitoso lo atraviesa;
entre sus lodos mugrientos
mis versos náufragos, en Bangkok.

Al otro lado,
en un clic de pestaña:
otra frontera, otro estado, otro tiempo.
Federico me espera en Nueva York
a orillas del Hudson, atrincherado
con sus vacas patos y corderos.

Millones de insectos sin alas
de apariencia frágil y humana
circulan con atropello
por las calles de Bangkok:
cemento y rascacielos:
"en tres de ellos cabe mi pueblo"
que diría el de Fuente Vaqueros.
Con sangre de coco y arroz
colonias de hormigas
del mismo aspecto,
malviven en Tailandia,
en una vasta explotación
implacable y desalmada.
Rama X:
el dueño del gran hato,
el reyezuelo explotador
ambicioso y malvado,
que reduce cabezas,
y "hace argamasas de adobe gris
con los cuerpos"
con las que construye fortuna
y casas.

Mientras voy y vengo,
-entre desventura y desgana-,
enhebrando estrofas
y descosiendo versos,

por una ventana emergente
asoma Arturo: El Cid de las letras.
El periodista muestra
una historia que me atrapa:
le digo que sí,
que me voy con él a su casa.

Cuenta
que estando en Sevilla
y volviendo al Hotel
de Las Teresas, de tomar unas tapas,
se cruzó con Espartaco,
que los dos se fundieron
en un gran abrazo,
que sin ser amigos,
periodista y torero
se tenían  cariño:
que es hombre bueno
el de Espartinas,
humilde, cumplidor
y de buen trato.

Hace unos años
se enroló con su cuadrilla
dos semanas,       
para hacerle un reportaje.
Juntos recorrieron kilómetros,
por pueblos, ventas y plazas.
Una noche oscura
sentados en un porche,
el matador, al oído, le contó
una nefasta tarde de corrida:
de esas que en la plaza te gritan:
¡cobarde! ¡estafador! ¡sinvergüenza!

No lograba al toro, clavar el estoque.

En la barrera, la voz angustiada
de Alejandra, su hija,  en brazos de la madre
le gritaba al padre: ¡Vámonos a casa papá!

Una cortina de agua corría por sus ojos,
al astado morlaco no veía,
y se dijo: ¡o me mata o lo mato!

¡Y fue el toro el que derramó su sangre!
para que la hija volviera a casa
con el padre.

Conmovida por la historia
que acababa de leer
y antes del adiós
me cuenta Pérez Reverte
que le ha cambiado la mirada
que hace años que no pisa un tendido:
le mando mi ovación
desde la barrera de mi casa
y mientras aplaudo
oigo extrañada una voz
que al otro lado me grita:
 ¡traidora!
            ¡vuelve a casa conmigo
y acaba ya la faena! ¡Ingrata!

y me voy, me vuelvo,
me cambio ya de tendido,

me voy con Federico
al otro lado del Hudson.

Elena


El poema acabó siendo un relato vertical, que  me dejó la satisfacción del esfuerzo y del intento. Ese es mi mérito, y no otro. 
  



Poemas de referencia:

Un poeta en Nueva York de Federico García Lorca












Caricatura de Luis García Montero



martes, 19 de noviembre de 2019

JUEGA, NO PREGUNTES



SENTIR 

SOLTAR 

SONREÍR 

DISFRUTAR

Ahora entiendo que no soy yo. Me estoy dejando llevar. Todo se mueve. Permanezco todo el tiempo en contacto con la naturaleza, escuchando sus sonidos, privilegiando el diálogo con la noche y sus estrellas, el cultivo de todo tipo de plantas, la escalada a las montañas que parecieran ser besadas por las nubes, el escuchar los sonidos de las quebradas y dibujando las vivencias campesinas con la musa poética que emerge del todo y la nada, libre de análisis, de interpretaciones mensurables desde la mente que abunda en razones alimentadas por el pensamiento, que siempre intenta justificar el conocimiento desde el intelecto. Nos han hecho creer en la individualidad, en la fragmentación de la vida. Esa es una dimensión del conocimiento que ostentan los niveles de consciencia bañados de pensamiento razonado, pero carente de la naturaleza espiritual de las corrientes de vida que danzan en este plano y que ya empiezan a redescubrirse.

La vida contemplándose a sí misma
Héctor Rodríguez Orellana



miércoles, 13 de noviembre de 2019

CÓMO LEER POESÍA




Claves para la lectura de Poesía: CÓMO LEER POESÍA

Leer poesía es dar un salto a una realidad más sugestiva y más noble, con infinitas posibilidades. En casi todas las frases que cruzamos a diario hay palabras de más, en los poemas solo han de estar las estrictamente necesarias. Una premisa importantes a una buena  lectura de poesía es hacerlo  en voz alta. En poesía el sonido es importante. Si lo que queremos es conocer el poema,   ha de leerse  varias veces con atención, saber qué quiere trasmitir el autor. Leer Despacio es otra condición,  palabra por palabra, bien vocalizada,  respetando todos y cada uno de los signos de puntuación. Acelerando cuando lo que se dice es menos importante, y ralentizando cuando sí lo es. Lo más reseñable se dice lento. En poesía el que escucha procesa de maneras diferentes, ha de ver la imagen si es visual, escucharla con claridad si es auditivo y sentirla si su percepción es más sensitiva o kinestésica. Se ha de leer sin prisas.

El Tono en la comunicación hace que la lectura sea persuasiva y convincente; su vibración depende de si las cuerdas vocales  son cortas o largas, las cortas tienen mayor vibración y su tono es agudo, mientras que el tono de las largas es graven. Hay toda una gama vocal de tonos para ajustar la intención de la palabra o frase que se expresa. La entonación es  una regla primordial en la lectura.
El Timbre es la suma del sonido que sale de las cuerdas bocales y de la caja de resonancia. Boca nariz, fosas nasales: de su disposición y tamaño dependerá que el timbre cambie su sonido. Para obtener un buen resultado  se ha de abrir bien la boca.

La Intensidad es el volumen, y depende de nuestra respiración. Es la fuerza con que lanzamos el aire desde el diafragma  hacia las cuerdas vocales. Existen sencillos ejercicios de respiración y disposición que enseñan a adecuar y preparar la voz antes de la lectura.

Leer en voz alta, como ya he dicho,  es recomendable: engrandece el poema, incluso dramatizar, sin que eso signifique gritar ni exagerar. Las palabras tienen sentido y sonido; muchas veces no entendemos el sentido de un verso y es la musicalidad lo que despierta nuestro interés; el canto multiplica su fuerza lírica.
Os animo a leer buena poesía, a que lo hagáis en voz alta, a que disfrutéis de ella.

Elena


viernes, 8 de noviembre de 2019

LA MIRADA POÉTICA



La poesía es mucho más que un género literario. Se debe diferenciar entre poesía y poemas. Poesía es una forma de mirar el mundo; leemos poesía en las caras, en la naturaleza, en los objetos, en la música, en un cuadro. El poema puede ser o no valioso; la poesía y su valor creativo lo es siempre, porque nos lleva a una visión del mundo mucho más enriquecedora y expansiva.

En más de una ocasión ha llegado a mis oídos aquello de que la poesía no aporta nada a la sociedad ni al mundo, que las personas que viven con visión poética están fuera de la realidad, entendida como aquello que se puede tocar y medir, y que se sitúa  en el plano lineal de espacio tiempo. Sin embargo hay realidades mucho más extensas y profundas, campos de realidad desconocidos por la gran mayoría y por lo tanto no  explorados que enseñan al hombre conocimiento de si, que lo ayudan a evolucionar.

La visión poética es esencial en todo ejercicio de creatividad, es una vía de trascendencia que conecta al hombre con la fuente del ser -con la esencia- por un lado, y por otro, en su relación con lo que muchos entienden como "el mundo real", lo enriquece, le otorga luz y brillo con una interpretación más profunda que aumenta su valor.

¿Hay poesía en las matemáticas?: rotundamente sí. En las estructuras fractales hay auténticas formas y ritmos con contenido poético; en las formaciones geológicas hay poesía. En todo pensamiento científico siempre está presente un componente poético, no lo olvidemos. La poesía es una manera de mirar; afirmo que hay nata montada en el cielo: sí, y coliflores de agua creciendo en su huerto: también... no solo nubes panzudas cargadas de agua de lluvia.

Existe un sinfín de formas de entender la vida, de ver caminos donde otros no los ven. Deberíamos explorar más a fondo aquellos que nos proporcionan vías pacíficas y auténticas de evolución.

Elena


Otra forma de mirar el mundo por Gracia Iglesias


martes, 29 de octubre de 2019

NO QUIERO


Retrato de Dora Maar-Picasso

En memoria de la poeta ANGELA FIGUERA AYMERICH y su poema No Quiero


La comprensión es una calle de doble sentido.
 Eleanor Roosevelt


No quiero
que haya miedo en las calles,
que se incendien ni  bañen de sangre
que dueños tengan los países
que las razones no sean plurales.

No quiero
que la tierra se cuartee
que el dinero gobierne este patio
que el que más tenga, mande
que monte un negocio de clones:
que los programe.

No quiero
memorias enmohecidas
no quiero siglas serviles
no quiero  consignas de arrastre
no quiero barcos sin vela
no quiero vela sin luz, sur sin norte
vida sin arte.

No quiero
que al suicida no se le abrace
no quiero un niño sin padres
no quiero al que no desaprende
no quiero al hombre ignorante.

No quiero vivir sin belleza

No quiero el dominio de nadie.

Elena



domingo, 20 de octubre de 2019

HACER DE LA NECESIDAD VIRTUD

 
Artista Christoher David White

    El deterioro en la vejez es irreversible, el cuerpo tiene cada vez mayor dificultad para actuar,  lo que lleva al adulto a retirarse, a apartarse de la sociedad, a mirar al mundo con menos interés, incluso con desdén, y no solo le aleja su debilidad, también el propio mundo lo margina. Son varias las características  que aparecen con el envejecimiento, una de ellas es el miedo: miedo a enfermar, a caerse, a constiparse, a que le falte el dinero, miedo al abandono, a quedarse solo. Otra característica es la falta de curiosidad y la indiferencia con las cosas que le rodean. Se encierra más en sí mismo y se entrega con mayor frecuencia a rutinas y  hábitos viejos con los que sentirse seguro. Renuncia a lo nuevo,  porque lo nuevo le produce inseguridad, desazón y desconcierto. Cuentan que Kant era un hombre muy meticuloso, terriblemente disciplinado y predecible, hasta el punto de convertirse en un gran maniático, que hacía de su disciplina una religión. Cuando se renuncia al interés del descubrimiento y del cambio, se corre el peligro de convertirse en alguien así.
    La posibilidad de seguir aprendiendo, no solo intelectualmente sino también internamente, es necesaria. Muchos son los que en ese declive se refugian en creencias de tipo religioso, necesitan sentir que hay algo superior que da sentido a sus vidas y los protege. Otros crean dependencias, necesitan la seguridad del grupo y buscan el refugio de la familia, cosa por otro lado natural. Una característica de la que poco se habla y menos se estudia es el dolor, el sentimiento de vacío y soledad que sufren los más mayores. Cuando se llega a esta etapa de silencio forzoso, de obligada retirada,  hemos de aprender -y nunca dejar de hacerlo- a percibir y mirar con actitud positiva.  Sentir de manera que más nos favorezca, para que como el buen vino, con los años,  no nos avinagremos y seamos gratificados con el sentimiento de que hemos sido los conductores de nuestra vida,  y lo queremos seguir siendo hasta el final de nuestra vida: vencidos sí, que decía  Cicerón, pero nunca destruidos

    Reinterpretar las ideas y las creencias, ser creativos.  Establecer nuevos hábitos de conducta modifica nuestra biología y nos ayuda a sacar más y mejor partido a la vejez. Meditar, si nunca lo has intentado, es hora de hacerlo: beneficia la salud emocional y por lo tanto nuestro sistema nervioso, lo dota de paz y coherencia.
Hacer de la necesidad virtud, que decía Simone de Beauboir, en una actitud de valor y constancia. Vivir al final de la vida como un desafío: ese es el lema.

                                                                          Elena Larruy




martes, 15 de octubre de 2019

SER LA DUEÑA DE UN TIEMPO QUE SE ACABA


El valor del hombre para no ser destruido,
puede ser vencido pero no derrotado.
Cicerón




SER LA DUEÑA DE UN TIEMPO QUE SE ACABA

Atravesar el crepúsculo
con sueños desarmados,                                     
reconocer el error
y enmendarlo,
levantar la cabeza,
ver crecer la luna
y mientras pasa
                     colorear recuerdos.

Recoger la mirada,
disfrutar de la música,
de la buena letra
de las manos que la acompasan.
Alterar el orden de las horas,
ser la dueña de un tiempo
que se acaba.
Dar al  corazón tribuna,
quitarle hierro y espesura:
avivar su tempo.

No existir a medias,
en memorias de condenas
y de ausencias, de dictados
que gobiernan la conciencia,
de duelos ya llorados,
y versos cansados
de rimar tristezas.

Cuanto más se del mundo,
cuanto más del hombre
y la razón que lo ordena,
mayor es mi arresto.
La verdad en mi boca
se hace pequeña;
un feroz desencanto crece
y en la garganta deja
el sabor amargo de un fermento.

"Apenas siento el corazón"
ni el cauce que hacia el tuyo
lleve el mio. Seré vencida, sí,
más nunca derrotada,
en las horas de la edad que pasa,
de un tiempo que se aleja
sin nada mio.


Elena Larruy


jueves, 10 de octubre de 2019

UN VIVIR EMBOTELLADO



Hace pocos días hablando con una nieta que vive en Suiza, me explicaba algo relacionado con sus estudios que me llamó la atención. A la observación que le hacía sobre la importancia de subrayar los textos a la hora de estudiar para retener y memorizar contenidos, me decía que su profesora les hacía formar frases con la materia subrayada con el fin de concretar, concentrar y retener lo relevante y esencial de la lección. En ese momento leía yo máximas escritas por Eduard Punset, relacionadas con el humanismo y el crecimiento del hombre; una de esas frases, importantes, con las que reflexionar decía: En materias de amor y desamor somos como recién nacidos toda la vida: cierto es, o si no, así lo pienso Otra venía a decir: Repetimos el pasado por no saber imaginar el futuro, y también es cierta, cometemos siempre los mismos errores porque nos falta imaginación y también valentía, y la tercera y última decía así, (y lo decía alguien que había dedicado parte de su vida precisamente a la política): La política es la peor invención humana.


Pues bien, a colación de la conversación con Mia, ese es su nombre,  y de la lección importante que me estaba enseñando, pensé hacer ese mismo ejercicio con las tres sentencias de Punset que estaba leyendo, y quedó la siguiente frase que aquí dejo, y que bien resume la ineficacia del hombre por resolver asuntos de vital importancia para su buen desarrollo:

SI VAS A COMETER ERRORES, ASEGÚRATE QUE SEAN NUEVOS. Si no hay error, no hay acierto. 



Y por último dejaré escrito otro aforismo de Federico García Lorca que acabo de encontrar y que me parece sabio y certero: La única cosa que la vida me ha enseñado es que la mayoría de las personas pasan sus vidas embotelladas dentro de sus casas haciendo las cosas que odian. Habla precisamente de esa incapacidad que tenemos los humanos para cambiar el mundo, de romper esquemas, de arriesgar y equivocarnos. Repetimos y repetimos, en un sin vivir, siempre las mismas cosas. Transitamos por los mismos caminos, tropezamos en las mismas piedras...Eso no nos lleva muy lejos y nos deja un sabor acre en la garganta unas veces y otras profundas cicatrices o morimos de hastío y aburrimiento. Ni el amor nos encuentra ni lo encontramos, y además somos gobernados por ineptos, malvados o dormidos que nos privan de libertad y conocimientos, dejamos de ser los dueños, los conductores de nuestras vidas. Algo así como muestra la imagen del pez en su pecera, rodando y rodando con cara de incógnita que nunca se despeja, en la misma pecera toda la vida. Uffffff...

Elena

martes, 1 de octubre de 2019

LOS DIECIOCHO NUNCA SE OLVIDAN


LOS MEJORES AÑOS DE MI VIDA


Agradezco al primer café de la mañana que despierta mi entusiasmo por la vida en mi viaje de paso, al azul del cielo, al claro día que me renueva, a la poesía que sale a mi encuentro sin previo aviso y me ofrece lo mejor de sí, a los paisajes huyendo por los ocasos. Agradezco al recuerdo de mis padres, a su amor presente, a la comprensión de tantas cosas que entendí después de su partida, a la verdad de sus manos, siempre abiertas, a seguirlos queriendo y poder contarlo. A los pocos que me enseñaron con amoroso gesto  y a los otros que no lo hicieron, de los que también aprendí observando y lo sigo haciendo.  Agradezco  al misterio y al hechizo, a la magia de las noches  de San Juan que siguen dándome su brillo y su aliento: a galope sacan los caballos de mi pecho, los que aún no se cansaron de cabalgar, a mi corazón amando y mi sangre engordando en alegría, petando en la hoguera al calor de sus brasas encendidas de recuerdos que conservo y atesoro. Agradezco los días de insomnio cuando  gestaba  el amor primero y no sabía dónde esconderlo,  a mi madre planchando mi pelo los días de fiesta cuando me empezaba a salir el pecho. Al feliz día que abandoné la escuela y el uniforme y  me colé en el baile por vez primera,  tenía quince años: me sacó a bailar un chico y no era uno cualquiera, era alto, moreno y guapo: el que me quitaba el sueño. Rodamos sobre la pista como dos témpanos mudos, aunque los témpanos no ruedan nosotros éramos dos jóvenes que se gustaban y estábamos muertos de miedo, con la música de Matt Monro sonando y girando sobre una misma baldosa, mis manos tímidas apoyadas en su  hombro y las suyas inseguras rodeando mi cintura cogido a un "michelín" desafortunado a modo de cinturón de Saturno que la envolvía por culpa de un pantalón muy ajustado. Memorable momento de incomodidad y bochorno, me quise morir todo el tiempo que duró la canción, que fue eterno, y los días  y semanas que vinieron después. Tanta fue la vergüenza que ya no pude jamás mirarlo a la cara, me escurrí como agua entre rejas, me hice invisible  y desaparecí por y para siempre de su universo. Pero el tiempo de duelo pasó, se olvidó la pesadilla, borré su nombre, limpié el vaho de mi rostro y de nuevo pude contemplarme en el espejo y quererme con todos los encantos floreciendo en mis dieciséis primaveras. Solté mi larga melena, me desprendí de algún kilo de más y me eché al mundo dispuesta a degustarlo trocito a trocito. No hubo resistencia alguna, el mundo y yo nos confabulamos sin mediar palabra y proyectamos un sueño que no tardó en llegar. Contaba con el atrevimiento, la arrogancia y la urgencia de los diecisiete años; años que aún conservo no tan intactos como presentes, nunca  envejecieron. Siempre estaré agradecida a la que fue la mejor época de mi vida, era tremendamente feliz y ese era mi momento y el lugar que me aguardaba era mi sitio. Había llegado la hora de mi vuelo, por fin podía extender mis incipientes alas, mis padres, que muy sabiamente lo percibieron,  no solo no lo impidieron si no que abrieron la puerta de la jaula que me retenía , facilitándome el maravilloso viaje que estaba a punto de realizar a Barcelona, cosa poco común en una familia de los años setenta. ¿Dónde volar? fácil, a la capital, a doscientos kilómetros de mi casa, donde las avenidas y las oportunidades eran lo suficientemente extensas  y gustosas para mis desatados deseos de vivir la vida y seguir creciendo. No tenía miedo,  la independencia y el anonimato que me proporcionaba la ciudad lejos de asustarme me gustaba, mucho más, me apasionaba. Ese era mi lugar, el pueblo nunca lo fue, ¡por fin en casa, me dije! La ciudad y  yo nos atrajimos desde el primer momento y en nada se convirtió en mi hogar. Los primeros flirteos, las conquistas, era una chica de éxito, así lo sentía.  Por vez  primera  pude sentir con suma intensidad el placer y la caricia del viento a mi favor, moverme en libertad sin que nada ni nadie me lo impidiesen y hacerlo con responsabilidad y arrojo, una mezcla perfecta.  Aquella espléndida ciudad moderna, organizada y resuelta me llenó de descubrimientos, un mundo nuevo con infinitas posibilidades se abría ante mis ojos, me incorporé a su pulso con naturalidad asombrosa, me sentía poderosa, encumbrada, y hermosa y me aportó la  dosis de fuerza y confianza que necesitaba.
Corría en el calendario el año 1971 me sentía dichosa, vivía en un estado permanente de enamoramiento y sorpresa,  de cercanía y encuentro, de conquista: había llegado a mi destino. Atravesé puertas, rellené solicitudes de trabajo, cumplimenté cuestionarios psicotécnicos, en los que me hice una gran experta y conocí gente estupenda que me tendió su mano. No estaba sola ni me sentía así, mis padres siempre estuvieron, aunque en la distancia, me facilitaron todo cuanto necesité. Me instalé a vivir con una familia y sus tres hijos junto a La Sagrada Familia mientras decidía como vivir y empecé a moverme segura por el vientre de la ciudad, metros, autobuses, semáforos, despachos, registros de empadronamiento, academias En poco tiempo me hice una ciudadana más y en poco más de tres semanas ya había conseguido mi primer empleo de dependienta en unos grandes almacenes: mis aspiraciones eran otras, no por eso me desanimé, era mi primer empleo, mi primer sueldo estaba entusiasmada y dispuesta a prepararme para conseguir mi objetivo y que una gran empresa me contratara para conseguir mi objetivo,  ese era mi deseo que por el momento se hizo esperar puesto que no reunía ningún requisito más que mi disposición y confianza, no solo no contaba con ninguna  experiencia laboral ni preparación específica, tampoco sabía escribir a máquina, ni tenía la mayoría  de edad, ni hablaba otra lengua que no fuera el castellano. Acababa de terminar el bachillerato y tenía la confianza absoluto de que iba a encontrar un buen trabajo, me lo dictaba el corazón. Así que entendí que mientras llegaba el momento de hacerme oficialmente mayor, debía ponerme las pilas, con lo que retomé mis estudios en una academia y me esforcé en aprender habilidades que me exigían en los trabajos a los que aspiraba. Muchas eran las puertas del futuro donde llamar y realizarme y yo las quería abrir todas, el corazón tenía trazado un plan de ruta solo había que seguirlo, me guiaba por las coordenadas corazón cabeza. Perseguía un sueño y estaba a punto de alcanzarlo y no paré hasta conseguirlo. Solo hicieron falta tres años y tres trabajos medianos que me enseñaron mucho y donde cogí suficientes habilidades y experiencia hasta aterrizar en la empresa multinacional que se convertiría en lo que fue una carrera de éxito personal y  profesional donde permanecí  cuarenta años.
Siempre sonrío cuando recuerdo esos años de "diecidicha, diecilucha y veintefieros felices años de gozo y alegría que brillé con luz propia, en los que fui tremendamente feliz. Por eso lo escribo ahora que necesito una sonrisa y porque empiezo a olvidarlos.
Elena


miércoles, 25 de septiembre de 2019

CUANDO SUENA MI CANCIÓN



Una de las canciones que más me gusta del panorama musical de todos los tiempos es I Say a Little Prayer de Areta Franklin, venía escuchándola hace unos días en el transcurso de un viaje en tren con la cabeza apoyada en la ventanilla y abstraída de todo cuanto me rodeaba. Este canon de esperanza con sus deliciosas armonías y coros cantándole a la vida... a cada instante que se escapa.. ¡Dios cuanta Paz, cómo me gusta! pensé: esta será la canción de mi funeral, la canción con la que me gustaría ser recordada, con la voz prodigiosa que le grita al cielo: estoy aquí, llena de amor, mi corazón desborda amor, escúchalo, es para ti, para siempre, por siempre, soy eterna, mi amor lo es, nunca morirá... Al hilo de ese sentimiento vibrante que esponjaba mi piel y ensancha me cuestioné ¿Cuánto estoy muriendo hoy? ¿que lucecita se apaga en este instante mientras escribo estas letras, que parte de mi persona se borrará en el recuerdo de los otros, cual  se ocultará para no ser más dañado? Así lo cantaba otra voz prodigiosa que nos ha dejado recientemente,  Camilo Sesto: "algo de mí se va muriendo".
El cuerpo envejece y día a día se deteriora por su propia naturaleza biológica, pero y el alma, ¿que le pasa al alma! el alma se apaga y consume como si una vela fuera.  Ese espíritu que nos anima y nos vive por dentro no tiene edad, lo explica el sentimiento frecuente de esa voz interior  del  quinceañero reclamando desde dentro,  que cuando  mira al espejo se descubre adulto. Tras la muerte se genera de nuevo la vida, así lo creo y así lo siento,  lo vemos en la naturaleza y en sus ciclos evolutivos, nosotros no somos menos, pero ¿De qué manera volvemos a nacer de nuevo? no hay respuesta humana capaz de tener el detalle completo de ese proceso, se sabe que la energía no muere solo se transforma, el cuerpo se extingue hasta convertirse en polvo o en ceniza pero no así el alma de la que se dice es inmortal y  busca otros cuerpos donde renovarse para seguir creciendo y experimentando. La materia -intangible e inalcanzable, para nosotros- de su naturaleza no responde a las leyes matemáticas y biológicas que conocemos,  no está a nuestro alcance, solo sabemos que existe algo en forma de sentimiento superior que va más allá y nos trasciende, y es desde ese algo inalcanzable y bajo un estado superior de conciencia que percibimos entre veladuras y pequeñas revelaciones como se renueva la vida. Mucho me temo que no es en la manera secuencial de tiempo y espacio que nuestra mente racional puede imaginar, si no de formas muchas, no se si infinitas o no, en otros espacios indeterminados de frecuencia donde coexiste la vida de manera simultánea. Existen teorías y conocimientos de gente experta, credos y como no creencias religiosas de cómo volvemos a nacer para seguir viviendo en otro cuerpo pero no es ahí donde quiero llegar ahora, donde quiero ir es a saber porqué llora nuestro planeta.
Todos los seres vivos llevamos incorporado un programa inteligente desde el momento de ser engendrados, cuyos patrones replican y se reproducen de manera espontánea y natural. Así fuimos concebidos, así se nos ofrece la vida, cuando no es así porque la destructora mano del hombre muta y altera estos programas y procesos inteligentes en su propia avaricia, y lo hace de manera antinatural y desmesurada arrasando con la vida y haciendo desaparecer especies animales y vegetales, desforestando  bosques, creando alteraciones en el clima que provocan inundaciones salvajes o sequías que dejan sin alimento a millones de personas, sucede que el cielo se rompe y ruge de dolor, como está sucediendo en estos momentos en nuestro planeta, que llora desolado y con furia, que arremete y castiga con la misma intensidad y desmesura del daño que recibe, ella la tierra madre que nos acoge y nos alimenta. No es de extrañar que el agua se lleve por delante todo lo que encuentra a su paso, incluida la vida humana.
Hoy es un día de esos que la lluvia escribe su peor letra fúnebre en la tierra, me gusta pensar que también la alimenta; de nuevo la voz de Areta suena en mi cabeza y juntas rezamos una oración para que se acaben las acciones de tanta inmundicia. La tierra se está muriendo, y nosotros con ella.

Elena

La música tiene el poder de hacerme sentir bien, como ninguna otra cosa. Me da un poco de paz por un tiempo. Me lleva de vuelta a lo que realmente soy.
Gil Scott Heron







miércoles, 11 de septiembre de 2019

UN BYPASS PARA LA POESÍA



Juan Gelman

Entre los adelantos médicos figuran
el by-pass para que siga el corazón,
el láser para entrar a la vesícula
por un agüjerito, y
muchos otros que empujan al cuerpo
contra lo desconocido.
Esta semejanza de la vida
provoca el llanto de la razón.
Nadie estudia los nervios
de la estupidez, las arterias
del mal, la médula del dolor, los huesos
de tanta angustia que gira por ahí
con trazado oscilante.
Hay quien dice que es inútil
porque no hay remedios,
no hay farmacias del alma.
Hay quien dice que esta noche
es igual a todas las noches.
Pero en esta noche canta
lo que nunca tendremos
y el pasado es un canario ciego
que te había visto.
En el vacío de tu imagen
estaba el ancho sol.

Juan Gelman   A Mara






LA POESÍA QUE LIBERA EL ALMA
 POR CRISTINA DOMENECH

lunes, 9 de septiembre de 2019

CUANDO LA SANGRE SE ENFRÍA

Autor Aurelio Huguet

"NO HE FRACASADO, HE ENCONTRADO DIEZ MIL FORMAS QUE NO FUNCIONAN"
THOMAS EDISON


Cada mañana al despertar veo pasar el día por mi ventana y contemplo a mis sesenta y algo un paisaje distinto: como el resto de mortales, soy sutilmente diferente con cada experiencia, con cada día que pasa. El mundo se pasea indiferente a mi mirada cansada, al sentimiento otro con que lo observo. Me saluda, se para un punto y se va: yo respondo ¡buenos días mundo!, aunque no me lo parezca y, disimulo y sonrío aún sin  motivos, porque pese a todo desinterés y apatía por mi persona yo sí lo admiro:  me parece extremadamente bello. Es desde esas dos miradas existenciales que recibo al día unas veces sin paisaje alguno -como cristal empañado- y no alcanzo a ver más que un reflejo desolado con sus marcas de agua. Contemplo en mi cara un desierto árido y desesperanzado mientras pienso qué haré de comer o qué noticia buena me alegrará la mañana. Apuro mi primer café, busco entre los poetas y encuentro en ellos el aliento que necesito, también el alimento perfecto para saciar mis vacíos. Tomo notas en mi agenda también vacía, organizo la semana de insustancias letales, barro pensamientos basura: corrijo sus letras torcidas, salgo a la terraza buscando una señal en mis macetas, indicios de actividad en el cielo,  resurrecciones de muertos, brillos de materia inerte despertando de su letargo. Pienso en la familia, en mis padres,  en la luz de mis pequeñas nietas, necesito sus sonrisas... mi otro alimento. Me esfuerzo en quitarle hierro a la vida cuando se pone fea. Otros día más que veo pasar las nubes de largo sin ningún atisbo de culpa. El sol a lo suyo: calienta, busca acomodo en mi piel y me hace un guiño esta vez: ¡eh Elena!... ¡reinicia!. ¡Elena despierta!

Elena



Pasan las horas de la edad florida
como suele escribir renglón de fuego
cometa por los aires encendida.

Viene la edad mayor, y viene luego,
tal es su brevedad, y finalmente
pone templanza el varonil sosiego.

Mas cuando un hombre de sí mismo siente
que sabe alguna cosa, y que podría
comenzar a escribir mas cuerdamente,

ya se acaba la edad y ya se enfría
la sangre, el gusto, y la salud padece
avisos varios que la muerte envía.

De suerte que la edad, cuando florece,
no sabe aquello que adquirió pasando,
y cuando supo más, desaparece.

LOPE DE VEGA a Don Juan de Urguijo
Epístola XIX (fragmento)

lunes, 2 de septiembre de 2019

AGRADECIDA

Marc Chagall

Agradezco a la sombra del árbol, al caudal manso del río antes de la helada, a la clara luna de esta noche que me acompaña, a los rojos y amarillos oxidados que alfombraran el invierno cuando fermente este verano que ya pasa. Mientras eso ocurre, vivo y olvido, estoy algo cansada. Amanezco en cada madrugada en compañía de Saramago, Pessoa y la Wislawa, amigos poetas que me acompañan en esta travesía adulta de regreso a casa. Otra es la mirada, otras las manos maestras que toman mi hombro y me guían, que ponen palabras y sentimientos a la música que suena dentro de mi. Estoy al sol que más calienta, el que más luz me manda: la poesía. Todos tenemos algo que contar al oído que nos quite peso y gravedad, pero sobre todo todos tenemos mucho que agradecer a la vida. Me gusta como lo hace Girondo en este sencillo poema, a modo de oración. Para el mi agradecimiento ¡gran poeta! y para todas aquellas personas buenas y agradecidas que mejoran la vida con las pequeñas acciones, que se rodean siempre de gente buena, de cosas buenas y de poesía. Gracias






Gracias aroma
azul,
fogata
encelo.
Gracias pelo
caballo
mandarino.
Gracias pudor
turquesa
embrujo
vela,
llamarada
quietud
azar
delirio.
Gracias a los racimos
a la tarde,
a la sed
al fervor
a las arrugas,
al silencio
a los senos
a la noche,
a la danza
a la lumbre
a la espesura.
Muchas gracias al humo
a los microbios,
al despertar
al cuerno
a la belleza,
a la esponja
a la duda
a la semilla
a la sangre
a los toros
a la siesta.
Gracias por la ebriedad,
por la vagancia,
por el aire
la piel
las alamedas,
por el absurdo de hoy
y de mañana,
desazón
avidez
calma
alegría,
nostalgia
desamor
ceniza
llanto.
Gracias a lo que nace,
a lo que muere,
a las uñas
las alas
las hormigas,
los reflejos
el viento
la rompiente,
el olvido
los granos
la locura.
Muchas gracias gusano.
Gracias huevo.
Gracias fango,
sonido.
Gracias piedra.
Muchas gracias por todo.
Muchas gracias.

Oliverio Girondo,
agradecido.


A ti también


lunes, 26 de agosto de 2019

LOS DOS SILENCIOS DE OLGA OROZCO

Hay dos clases de silencio: está el silencio de la pausa, es decir el silencio del vacío, que puede darse por muchas razones. Y está el silencio de la plenitud, que siempre es aparente (enseguida sientes que lo tienes que llenar con algo nuevo).

OLGA OROZCO


Yo, Olga Orozco, desde tu corazón digo a todos que muero.
Amé la soledad, la heroica perduración de toda fe,
el ocio donde crecen animales extraños y plantas fabulosas,
la sombra de un gran tiempo que pasó entre misterios y entre alucinaciones,
y también el pequeño temblor de las bujías en el anochecer.
Mi historia está en mis manos y en las manos con que otros las tatuaron.
De mi estadía quedan las magias y los ritos,
unas fechas gastadas por el soplo de un despiadado amor,
la humareda distante de la casa donde nunca estuvimos,
y unos gestos dispersos entre los gestos de otros que no me conocieron.
Lo demás aún se cumple en el olvido,
aún labra la desdicha en el rostro de aquello que se buscaba en mí igual que en un espejo de sonrientes praderas,
y a la que tú verás extrañamente ajena:
mi propia aparecida condenada a mi forma de este mundo.
Ella hubiera querido guardarme en el desdén o en el orgullo,
en un último instante fulmíneo como el rayo,
no en el túmulo incierto donde alzo todavía la voz ronca y llorada
entre los remolinos de tu corazón.
No. Esta muerte no tiene descanso ni grandeza.
No puedo estar mirándola por primera vez durante tanto tiempo.
Pero debo seguir muriendo hasta tu muerte
porque soy tu testigo ante una ley más honda y más oscura que los cambiantes sueños,
allá, donde escribimos la sentencia:
“Ellos han muerto ya.
Se habían elegido por castigo y perdón, por cielo y por infierno.
Son ahora una mancha de humedad en las paredes del primer aposento”.




ENTRE PERRO Y LOBO

Me clausuran en mí.
Me dividen en dos.
Me engendran cada día en la paciencia
y en un negro organismo que ruge como el mar.
Me recortan después con las tijeras de la pesadilla
y caigo en este mundo con media sangre vuelta a cada
lado:
una cara labrada desde el fondo por los colmillos de la
furia a solas,
y otra que se disuelve entre la niebla de las grandes
manadas.
No consigo saber quién es el amo aquí.
Cambio bajo mi piel de perro a lobo.
Yo decreto la peste y atravieso con mis flancos en llamas
las planicies del porvenir y del pasado;
yo me tiendo a roer los huesecitos de tantos sueños
muertos entre celestes pastizales.
Mi reino está en mi sombra y va conmigo dondequiera
que vaya,
o se desploma en ruinas con las puertas abiertas a la
invasión del enemigo.
Cada noche desgarro a dentelladas todo lazo ceñido al
corazón,
y cada amanecer me encuentra con mi jaula de obediencia
en el lomo.
Si devoro a mi dios uso su rostro debajo de mi máscara,
y sin embargo sólo bebo en el abrevadero de los
hombres un aterciopelado veneno de piedad que raspa
en las entrañas.
He labrado el torneo en las dos tramas de la tapicería:
he ganado mi cetro de bestia en la intemperie,
y he otorgado también jirones de mansedumbre por trofeo.
Pero ¿quién vence en mí?
¿Quién defiende de mi bastión solitario en el desierto, la
sábana del sueño?
¿Y quién roe mis labios, despacito y a oscuras, desde
mis propios dientes.




CORRE SOBRE LOS MUELLES

Hace ya muchos años que corres dando tumbos por estos laberintos
y aún ahora no logro comprender si buscas a borbotones la salida
o si acudes como un manso ganado a ese último recinto
donde se fragua el crimen con las puertas abiertas.
Sólo sé que me llevas a cuestas por este mapa al rojo que anticipa el destino
y que acato las tablas de tu implacable ley
bajo el hacha de un solo mandamiento.
Hemos firmado un pacto de guardianas en esta extraña cárcel que remonta en la noche la corriente,
más abiertas que un faro,
y no importa que a veces me arrebaten las sombras de otros vuelos
o que te precipites con un grito de triunfo en el cadalso.
Porque al final de cada deserción estamos juntas,
con una llaga más, con un vacío menos,
y pagamos a medias el precio del rescate para seguir hirviendo en la misma caldera.
Pero ¿quién rige a quién en esta enajenada travesía casi a ras del planeta?
¿Quién soy, ajena a ti, en este visionario depósito de templos sobre lunas
y jardines errantes sobre arenas?
¿Dónde está mi lugar entre estas pertenencias
por las que me deslizo como la nervadura de un escalofrío?
En cada encrucijada donde escarbo mi nombre compruebo que no estoy.
¡Sangre insensata, sangre peligrosa, mi sangre de sonámbula a punto de caer!
No juegues a perderme en estas destilerías palpitantes;
no me filtres ahora con tu alquimia de animal iniciado en todos los arcanos
ni me arrojes desnuda e ignorante contra el indescifrable grimorio de los cielos,
porque tú y yo no somos dos mitades de una inútil batalla,
ni siquiera dos caras acuñadas por la misma derrota,
sino tal vez apenas una pequeña parte de algún huésped sin número
y sin rostro que aguarda en el umbral.
¡Vamos, entonces, sangre ilimitada, sangre de abrazo, sangre de colmena!
Envuélveme otra vez en esa miel caliente con que pegas los trozos de este mundo
para erigir la torre:
tu Babel de un vocablo hasta el final.
Has fundado tu reino en la tormenta,
bajo el ala inasible de una desesperada y única primavera.
Has acarreado herencias, combates y naufragios insolubles
como el cristal azul de la memoria en la sal de las lágrimas.
Has apilado bosques, insomnios y fantasmas embalsamados vivos
en estas galerías delirantes que solamente se abren para volver a entrar.
Has hurgado en la lumbre de la fiebre y el ocio
para extraer esa tinaja de oro que irremediablemente se convierte en carbón.
Has encerrado el mar en un sollozo y has guardado los ojos del abismo vistos desde lo alto del amor.
Vestida estás de reina, de bruja y de mendiga.
Y aún sigues transitando por esta red de venas y de arterias,
bajo los dos relámpagos que iluminan tu noche con el signo de la purificación,
mientras arrastras fardos y canciones lo mismo que la loca de los muelles
o igual que una inmigrante que se lleva en pedazos su país,
para depositar toda tu carga de pruebas y de errores a los pies del gran mártir o el pequeño verdugo:
ese juez prodigioso que bajó al sexto día,
que está sentado aquí, a la siniestra, en su sitial de zarzas,
y que será juzgado por vivos y por muertos.




CUENTO DE INVIERNO

Nadie me desmintió la primavera, ni el ardor de las ascuas, ni el oro de la fiesta.
Pero hace muchos años que habito en esta choza en medio del bosque,
donde las ramas hablan sin motivo, los silencios son crueles
y en los sueños más bellos se cobijan los lobos.
Tal vez sea la casa de la bruja, o quizás la posada de las ánimas.
No lo sé; lo he olvidado
como se olvida uno las luces y las sombras de costumbre,
o acaso me confunda con el rincón para las penitencias o con el apeadero de los vientos.
Aquí los días tiemblan, tormentosos, porque les temen a las noches;
nunca se asoma el sol, siempre acosado por los largos colmillos del invierno,
y todo cuanto amé se disolvió en las nubes
o me fue arrebatado por unas alas pálidas que llegan y se van
y en cuyas duras plumas se guarece tal vez la eternidad.
¿Cómo llegué a esta cueva sin calor y sin misericordia?
No he dejado guijarros ni migajas de pan como señales de luz para el regreso.
¿Y hacia dónde volver, si todos los caminos me devuelven aquí, como en los laberintos de los niños perdidos?
Aunque quizás no vuelva de nuevo a este lugar sólo porque algún vértigo me aspire,
sino porque lo llevo adherido a mis pies, a mi propia condena.
Lo anticipó la niebla girando con mi paso en el jardín;
lo anunciaba el reflejo de esta casa todavía remota en el estanque;
lo confirma el chirrido de tu llave en la puerta del oxidado amanecer,
cuando ya te aproximas, cuando ya me olfateas, cuando llegas.
Sí, tú, la enemiga invisible con corazón de perro,
sombra de cuervo, rastro de serpiente;
la voraz que consume un poco cada día esta mano que asomo a través de la jaula,
a través de mi cuento, hasta el otro final



MUJER EN SU VENTANA

Ella está sumergida en su ventana
contemplando las brasas del anochecer, posible todavía.
Todo fue consumado en su destino, definitivamente
inalterable desde ahora
como el mar en un cuadro,
y sin embargo el cielo continúa pasando con sus
angelicales procesiones.
Ningún pato salvaje interrumpió su vuelo hacia el oeste;
allá lejos seguirán floreciendo los ciruelos, blancos, como
si nada,
y alguien en cualquier parte levantará su casa
sobre el polvo y el humo de otra casa.
Inhóspito este mundo.
Aspero este lugar de nunca más.
Por una fisura del corazón sale un pájaro negro y es la
noche.
-¿O acaso será un dios que cae agonizando sobre el
mundo?
Pero nadie lo ha visto, nadie sabe,
ni el que va creyendo que los lazos rotos nacen
preciosas alas,
los instantáneos nudos del azar, la inmortal aventura,
aunque cada pisada clausure con un sello todos los
paraísos prometidos.
Ella oyó en cada paso la condena.
Y ahora ya no es más que una remota, inmóvil mujer en
su ventana,
la simple arquitectura de la sombra asilada en su piel,
como si alguna vez una frontera, un muro, un silencio,
un adiós,
hubieran sido el verdadero límite,
el abismo final entre una mujer y un hombre.


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