jueves, 25 de enero de 2018

EL TALENTO OCULTO DEL IDIOTA Y TODOS LOS DEMÁS





“Por todos mostraba el mismo afecto, y si a algunos distinguía más con él era a los más desgraciados y a los que aparecían como más díscolos. Y como hubiera en el pueblo un pobre idiota de nacimiento, Blasillo el bobo, a este es a quien más acariciaba y hasta llegó a enseñarle cosas que parecía milagro que las hubiese podido aprender. Y es que el pequeño rescoldo de inteligencia que aún quedaba en el bobo se le encendía en imitar, como un pobre mono, a su Don Manuel. Su maravilla era la voz, una voz divina, que hacía llorar”.

San Manuel Bueno, Mártir
Miguel de Unamuno
 

Todos guardamos talentos ocultos que necesitan ser rescatados. Un buen maestro inspira y despierta la curiosidad, sabe sacar de la personalidad de cada individuo lo mejor. Con su actitud  apasionada y amigable se gana la confianza y la admiración del alumno que se entrega dando lo mejor. Los que han tenido la suerte de tener un buen maestro nunca lo olvidan y su agradecimiento es eterno. El trabajo de un buen maestro es  determinante para un futuro de éxitos, porque abre caminos de confianza que le hacen madurar, reforzando su personalidad y sus ganas de conocimiento. Inspiran en ellos las ganas de seguir aprendiendo. Cuantas veces, esos talentos no manifestados, malogradamente quedan ocultos. Por eso cuando leí este pequeño fragmento de la novela de Miguel de Unamuno me pareció importante la reflexión de lo importante que es ayudar  a los que más nos necesitan y especialmente a los menores a sacar el diamante en bruto que seguro llevan dentro. ¡Tenemos tanto que ofrecer y tan poco que perder!. 

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