lunes, 29 de enero de 2018

ALGO PERSONAL CON LA POESÍA


Artista Emma Wesley

La inspiración de un poema llega de muchas maneras: un sonido, una voz, la imagen de una vivencia, una lectura. Toma vida cuando te sientas a escribir, envuelta de una atmósfera propicia, que acostumbra a  ser de silencio.

Dependerá de la necesidad o exigencia de cada cual, pero en mi caso: neófita en estos quehaceres de escribir poemas, me lleva su tiempo componer algo y darlo por válido, y mucho menos por bueno.  Quito y pongo, tomo y retomo los versos, una y otra vez, como un lienzo al que has de dejar secar para continuar pintando.

El poema va adquiriendo forma y ritmo y a menudo me conduce a destinos insospechados; como agua de río que se escapa por su propio cauce. Atraviesa diferentes estados, decía el poeta Mark Strand.

Cuantas veces se gira la historia de la intención inicial y te encuentras recorriendo paisajes distintos, y cuantas otras te recreas en un reguero de emociones que lo enturbian todo. Es muy frecuente también rellenar de palabras vacías los espacios en blanco, con metáforas gastadas, e incluso ser deshonesta y dejarte arrastrar por el engaño. Las más de las veces contamos lo mismo, con idénticas palabras y de la misma forma que otros lo han escrito millones de veces, sin nada más que aportar.

En mi caso tengo muchos más poemas a medias que acabados, algunos se han vuelto totalmente estériles. Casi nunca los elimino, acudo a ellos buscando "retales", otros son como la expresión poética que tanto me gusta: "puertos abandonados",  los elimino cuando después de muchas lecturas ya no me aportan nada.

Hay otra manera de componer, que no es mi caso,  más espontánea: cuando aparecen los versos, inspirados en un momento mágico de conexión con la experiencia del momento. Suelen ser poemas cortos que requieren pocas correcciones. Sea cual sea la forma, estar con la poesía y su actitud siempre me compensa.

En esos caminos poéticos, por donde algunos perdemos la noción del tiempo, a menudo se convierten en laberintos sin salida: me viene a la cabeza la imagen de la cabra que harta de dar vueltas sin encontrar la salida abre una puerta  comiéndose el seto. Esta forma de poda, que conoce cualquier escritor, es una manera inteligente de resolver y acabar muchos textos. En poesía, especialmente, quitar la hojarasca embellece los poemas. Insinuar siempre será mejor que explicar evidencias. Cortar cualquier exceso lo mejora. Saber abandonar a tiempo, si no queremos que pierda espontaneidad y frescura es recomendable. Siempre habrá otro  momento adecuado de retomarla para una escucha atenta, entrar dentro de uno  y mejorarla.  Si eso no sucede siempre es preferible abandonar el poema antes que él te abandone a ti.

La poesía es un trabajo en soledad, cuando hablo de ella, pocas veces lo hago en otro lugar que no sea este: la gente sale corriendo, como yo de los malos poemas de amor, aunque es cierto que la mayoría de las veces llamamos poesía a lo que no lo es. Pero los que disfrutamos de ella, sea buena o regular y hasta a veces mala, nos da mucha satisfacción y comprensión, también consuelo y reflexión. En mi ejerce un poder amistoso y terapéutico muy encomiable, también para mi relación con el exterior, cada vez más decepcionante y pobre.

No hay nada más en estos momentos de mi vida que me apetezca más que leer y escuchar poesía. Me encantaría asistir a clases y aprender escuchando lo que de ella tienen que contarme los buenos poetas. Pero la poesía, tristemente a diferencia de la música, la danza, la pintura, y otras artes, no es materia didáctica, ni se enseña en ninguna facultad.

Componer un buen poema con alma, que trasmita y fluya ligero acompañado de su música, es tarea de corazón, mente y mano maestra, y aun siendo así nunca lo que expresa mejora el sentimiento que lo ha inspirado. Pese a todo, esta forma universal y creadora tan bella de la literatura: tan cenicienta..., mi relación personal con ella siempre  merece y merecerá la pena. Tengo el borrador y mi cabeza lleno de poesía.

  
 Elena 





jueves, 25 de enero de 2018

EL TALENTO OCULTO DEL IDIOTA Y TODOS LOS DEMÁS





“Por todos mostraba el mismo afecto, y si a algunos distinguía más con él era a los más desgraciados y a los que aparecían como más díscolos. Y como hubiera en el pueblo un pobre idiota de nacimiento, Blasillo el bobo, a este es a quien más acariciaba y hasta llegó a enseñarle cosas que parecía milagro que las hubiese podido aprender. Y es que el pequeño rescoldo de inteligencia que aún quedaba en el bobo se le encendía en imitar, como un pobre mono, a su Don Manuel. Su maravilla era la voz, una voz divina, que hacía llorar”.

San Manuel Bueno, Mártir
Miguel de Unamuno
 

Todos guardamos talentos ocultos que necesitan ser rescatados. Un buen maestro inspira y despierta la curiosidad, sabe sacar de la personalidad de cada individuo lo mejor. Con su actitud  apasionada y amigable se gana la confianza y la admiración del alumno que se entrega dando lo mejor. Los que han tenido la suerte de tener un buen maestro nunca lo olvidan y su agradecimiento es eterno. El trabajo de un buen maestro es  determinante para un futuro de éxitos, porque abre caminos de confianza que le hacen madurar, reforzando su personalidad y sus ganas de conocimiento. Inspiran en ellos las ganas de seguir aprendiendo. Cuantas veces, esos talentos no manifestados, malogradamente quedan ocultos. Por eso cuando leí este pequeño fragmento de la novela de Miguel de Unamuno me pareció importante la reflexión de lo importante que es ayudar  a los que más nos necesitan y especialmente a los menores a sacar el diamante en bruto que seguro llevan dentro. ¡Tenemos tanto que ofrecer y tan poco que perder!. 

miércoles, 24 de enero de 2018

LA SALUD, OTRA CARA DE LA BELLEZA

Un visión óptima de la salud es la del  pensamiento que se sabe más sanador que un medicamento. Una actitud armoniosa y sostenida  requiere escasa asistencia médica. Los hábitos saludables nos transforman en  personas sanas de pensamiento y acción, nos hacen dueños de nuestra salud y de nuestro individual universo. La salud es otra forma de belleza.

Somos las únicas criaturas en la superficie de la Tierra capaces de transformar nuestra biología mediante lo que pensamos y lo que sentimos.
Tus células están constantemente observando tus pensamientos y siendo modificados por ellos.
Un ataque de depresión arrasa tu sistema inmunológico. Sin embargo serenarte, fortifica tremendamente.
La alegría y la actividad armoniosa te mantienen saludable y prolongan tu vida.
El recuerdo de una situación negativa o triste libera en ti las mismas hormonas y sustancias biológicas destructivas que el estrés.
Tus células están constantemente procesando todas tus experiencias y metabolizándolas de acuerdo con tus puntos de vista.
En tu cuerpo, la producción de neurotransmisores se altera, el nivel de hormonas varía, tu ciclo del sueño es interrumpido, la superficie externa de tus células se tornan más viscosas y más propensas a formar grumos y hasta tus lágrimas contienen trazas químicas diferentes al de las lágrimas de alegría.
Todo este perfil bioquímico será drásticamente modificado cuando te sientas tranquilo, y hasta tu proceso de envejecimiento se neutralizará cada día.
Shakespeare no estaba siendo metafórico cuando a través de su personaje Próspero, dijo: “Nosotros estamos hechos de la misma materia que los sueños”.
¿Quieres saber cómo está tu cuerpo hoy? Entonces recuerda lo que pensaste y sentiste ayer.
¿Quieres saber cómo estará tu cuerpo mañana? ¡Observa tus pensamientos y emociones hoy!
Al abrir tu corazón y tu mente evitarás que algún cirujano lo haga por ti.
La medicina esta en ti y tú no la usas. La enfermedad viene de ti mismo y no te das cuenta.
Recuerda, no somos lo que creemos ser, sino lo que pensamos y sentimos sin saberlo.
Si sigues dejándote llevar no preguntes a donde.

martes, 23 de enero de 2018

HUELLAS DE NAVAJA

EL PASEO


No envejece
nunca el paseo
que conduce
hasta la ermita.





El agua del río
siempre parece
la misma





y las hileras
de chopos
continúan
su eterna marcha
hacia el santo.





Muchos
aún conservan
viejas inscripciones
de enamorados
hechas a navaja






“Cifras que son fechas”,
que decía Machado




Algunas se pueden
leer perfectamente,
otras las ha ido
borrando el tiempo
a su paso.




Al verlas,
siento una gran
curiosidad
por saber
qué habrá sido
de aquellas navajas

¿Conservarán su filo intacto?

Pedro César Alcubilla

lunes, 22 de enero de 2018

QUIERO SER POETA



Esta es la carta en la que Rainer Maria Rilke respondía a un joven, de diecinueve años, con vocación de poeta, que lo admiraba y al que había enviado sus poemas pidiéndole opinión y consejo. Se daba la coincidencia de que habían sido alumnos en el mismo colegio, solo que Rilque quince años antes. 
Han pasado más de cien años y aunque su contenido pueda parecer un tanto idílico y manido,  siguen vigentes sus reflexiones y consejos. Aportan luz, y confirman reglas necesarias sobre los silencios y las escuchas, el carácter y la voz propia en la expresión, la belleza, la mirada interior,  la comunión con la naturaleza, y más  detalles que  cualquier creador debe atender si su vocación es serlo.



Distinguido señor:

Hace pocos días me llegó su carta, y quiero agradecerle su confianza. Me temo que no sabré hacer mucho más. No puedo entrar en consideraciones sobre sus versos, porque me es totalmente ajena cualquier intención crítica. Y nada resulta menos adecuado, para tomar contacto con una obra de arte, que el lenguaje crítico, en el cual todo se reduce siempre a malentendidos más o menos felices. Las cosas no son tan comprensibles ni fáciles de expresar como muchas veces se nos quiere hacer creer. La mayor parte de los acontecimientos son indecibles; suceden en un ámbito al que no llega ninguna palabra. Y lo más inexpresable de todo son las obras de arte: realidades llenas de misterio, cuya vida perdura junto a la nuestra, que desaparece.

Dicho esto, apenas puedo añadir que sus versos no tienen aún carácter propio, aunque sí hay brotes que despuntan iniciando algo personal. Especialmente en el último poema: “Mi alma”. Ahí hay algo propio que quiere manifestarse, y busca encontrar su voz y melodía. Y en los bellos versos “A Leopardi” encuentro una afinidad con ese gran solitario. Aun así, sus poemas no son todavía suficientemente independientes. Tampoco el último ni el que dedica a Leopardi. La amable carta que los acompaña no deja de explicarme algunas deficiencias que percibí al leer sus versos, pero sin que con ello pueda señalarlas, dándoles su nombre.

Pregunta usted si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí. Antes lo ha peguntado a otras personas. Manda sus versos a revistas literarias. Los compara con otros versos, y se siente inquieto si esas revistas los rechazan. Pues bien –ya que usted me permite aconsejarlo– le pido que renuncie a todo eso. Usted mira hacia fuera, y esto es justo lo que ahora no debe hacer. Nadie puede ayudarlo. Nadie. No hay más que un solo camino: entre en usted. Examine a fondo qué es lo que lo mueve a escribir. Examine si ese deseo está enraizado en lo más profundo de su ser. Pregúntese si moriría si no le fuera posible escribir. Esto, ante todo: pregúntese en la hora más silenciosa de su noche “¿debo escribir?” Excave en sí mismo en busca de una respuesta. Y si es afirmativa, si usted sale del encuentro con esa pregunta con una afirmación firme y sencilla, entonces construya su vida conforme a esta necesidad. Que sea su vida, hasta en su hora más insignificante, un signo y un testimonio de ese impulso. Acérquese a la naturaleza y diga, como si fuese el primer hombre, lo que ve y siente y ama y pierde. No escriba versos de amor. Rehúya, al principio, las formas y los temas más transitados. Son los más difíciles, porque se necesita una gran madurez para poder decir algo propio ahí donde existen tantos buenos y brillantes aportes. Por esto mismo evite los motivos abstractos. Recurra en cambio a lo que cada día le ofrece su propia vida, sus tristezas y sus anhelos, sus pensamientos y su fe en la belleza; y todo dígalo todo con silenciosa, íntima y humilde sinceridad. Valiéndose, para ello, de lo que lo rodea. De las imágenes de sus sueños. De todo lo que vive en el recuerdo.

Si su vida cotidiana le parece pobre, acúsese usted mismo de no ser lo suficiente poeta para descubrir su riqueza. Porque para un espíritu creador no hay pobreza. Ni tampoco hay lugar que sea pobre o pueda serle indiferente. E incluso si estuviera en una cárcel, en la que no llegara hasta sus sentidos ninguno de los ruidos del mundo, ¿no tendría aún su infancia, esa riqueza interminable, ese recinto que guarda los tesoros de la memoria? Vuelva ahí su atención. Trate de hacer resurgir las sensaciones de ese vívido pasado. Verá entonces cómo se afirma su personalidad, cómo se ensancha su soledad y se convierte en una misteriosa morada, mientras lejos, muy lejos, sucede el estrépito de lo demás. Y si de este volverse hacia dentro, si de este ir al fondo de su propio mundo, nacen unos versos, entonces ya no preguntará a nadie si son buenos. Ni se preocupará porque las revistas se interesen por ellos. Porque esos versos serán su riqueza más preciada y natural: fragmento y voz de su vida.

Una obra de arte es buena cuando nace de la necesidad. Ese aspecto de su origen es el único criterio válido para juzgarla, no hay ningún otro. Por eso no sé darle otro consejo que este: entre a usted mismo y explore las profundidades de su vida. Ahí encontrará la respuesta cuando se pregunte si para usted es necesario crear. Acepte esa respuesta tal como le llegue. Sin tratar de buscarle sutiles interpretaciones. Tal vez está usted llamado a ser poeta. Cargue entonces con su destino: cargue con su peso y su grandeza, sin preocuparse de las recompensas externas. El creador debe ser un mundo en sí, y debe encontrarlo todo dentro de sí y de la naturaleza, a la que está unido.

Pero tal vez después de haber entrado en la soledad de usted mismo, deba usted renunciar a ser poeta (basta sentir que se podría vivir sin escribir, repito, para no permitírselo siquiera.) De todos modos este profundo recogimiento no habrá sido inútil: su vida encontrará caminos propios. Que éstos sean buenos, ricos y amplios, se lo deseo más de lo que pueden expresar las palabras.

¿Qué más podría agregar? Me parece que he dicho lo que podía decirle. Al fin y al cabo, solo he querido aconsejarle que crezca desde el impulso de su propio desarrollo. Nada puede causarle más daño que insistir en mirar hacia fuera, esperando que desde ahí llegue la respuesta a esas preguntas que solo en lo más íntimo, en la más silenciosa de sus horas, quizás pueda contestar.

Fue una gran alegría encontrar en su carta el nombre del profesor Horacek. Sigo guardándole una profunda veneración y una gratitud que durará muchos años. Hágame el favor de expresarle esto. Es muy bondadoso al acordarse de mí, y lo sé apreciar.

Le devuelvo los versos que usted me confió tan amablemente. Una vez más le doy las gracias por su gran confianza. Mediante esta respuesta, sincera y exhaustiva, he intentado hacerme digno de ella. Al menos un poco más digno de lo que, como desconocido, soy en realidad.

Con todo afecto,

Rainer Maria Rilke














sábado, 20 de enero de 2018

LA VERDAD DE LA HERIDA





Un poema de Elena Anníbali



soy tan de Dios como una hoja
un perro
un tramo de alambre
pero algo en mí
un monito parlante, un monito
ansioso y rebelado, no se conforma
con abrir la granada y ver
chorrear sus jugos
quiere, además, la gracia
del nombre, la gracia
de la garganta sin sus cuerdas
sin el buitre especular del silencio
sin el humo que ahoga, o la niebla
que enturbia el mundo
yo vine a exigir ese derecho
porque nada gano o pierdo
en todo lo perdido
porque no me importa, si en este salto,
el monito que soy, se cae
en la noche
y descubre, en la encía,
el sabor eterno de la sangre
la verdad de la herida

jueves, 11 de enero de 2018

LA SINGULAR ALEGRÍA DEL POMELO

Que nos parezca falsa
toda verdad
que no traiga consigo
al menos una alegría.
Nietzsche






“A pesar del invierno, la niebla, los coches, el ruido, el frío, los debates, el catarro, las tareas pendientes, las horas que se escapan, la gente que se odia, la campaña navideña, los árboles desnudos, las fachadas sucias, los taxistas que pitan, la señora enferma con la que acabo de cruzarme, la chinita triste que atiende el bar hacia el que me dirijo, los dedos casi helados sujetando el cigarro, avanzo por la calle como si llevase un brasero dentro del abrigo. No sé qué haría sin mi corazón. Vivir me gusta. Perdonen la alegría”.



Recogí este bello fragmento de Olga Bernad, del Blog de +Carmen Pinedo  del que siempre tengo cosas que aprender, que habla del corazón y de su alegría, de como esa actitud parece molestar a ciertas personas. Me acuerdo de una antigua amiga, profesora de sociología, que nos explicaba que ella entre clase y clase cantaba, y siempre sonreía, y cómo ciertos compañeros del instituto le reprobaban esa manera de ejercer su profesión.
Creo que a muchas amigas les gustará leerlo, pienso especialmente en una, en su alegría  anfitriona, acogedora y cantarina a la que nos gusta tener siempre cerca. Cuando era pequeña aunque tuvo motivos para dejar de sonreír, no dejó de hacerlo, la enseñaron a hacer feliz a los otros, y bien que lo consiguió, solo que se olvidó un poquito de ella. Pero ahí estamos nosotras, sus amigas, para recordarla, y hablarle de sus habilidades y destrezas, que a mi entender, sin ser esto un cumplido, son excelentes,  como lo es su noble corazón.
Cuando leía estas palabras, tan bien expresadas por la autora, pensé en la alegría de esta amiga, y la imaginé diciendo: "Perdonen ustedes esta alegría mía, no puedo con ella" y aun a sabiendas de sus tristezas y de su duelo, sigue haciendo felices a todos y todas que estamos cerca. Yo creo estar siempre en deuda contigo Pepa. Esto va por ti, es mi manera de quererte y agradecer esa alegría que siempre llevas puesta y me regalas, y porque siempre: siempre triunfo con tus recetas.  
elena

martes, 2 de enero de 2018

AL HABLARTE ME ESCUCHAS

Un poema de Homero Aridjis



Al hablarte me escuchas
desnuda de conceptos
renuncias a ti misma
para volverte aire
y al vuelo de mis pájaros verbales
concibes la palabra
siempre virgen y madre
vas perdurando los instantes
en tu cintura poderosa
algún día
cuando pierda al mundo
me harás permanecer.



lunes, 1 de enero de 2018

A TODOS LOS QUE HACEN QUE LA VIDA SEA MEJOR




El arte dignifica al hombre, ensancha sus vidas. Hay arte en todos los conocimientos, como poesía hay en la manera de mirar las cosas, y en las intenciones. Allí donde está la belleza estoy yo, con todas mis imperfecciones, intentando siempre aprender y disfrutar.  A todos los que leéis, escucháis y observáis sin grandes juicios, a los que hacéis que la vida sea mejor: gracias, por que de vosotros aprendo y puedo cultivar el arte de vivir con honestidad, también con nobleza.
A todos feliz año 2018, estrellas y abrazos, soles y cantos os mando.

elena 
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