domingo, 19 de julio de 2015

ÉL, SOLO ÉL



Fernando Botero
Tuve mi primer encuentro íntimo a edad algo avanzada.
Me resistí, y no por casta, me sobraban ganas.
Lo elegí detenidamente, a la carta, sabía lo que quería, y me aseguré muy bien de que yo también le gustara.
Me dejé atrapar de su natural encanto, su tono seductor, su color bronceado.
Lo deseaba!
Y no tardé en entregarme: más en cuerpo que en alma.
Pero Marcelo mi gato, no confiaba..., huía despavorido cuando él se asomaba.
      
Se desveló osadamente transgresor. Uhhmmm!!! … Sí, me apasionaba!

Pero muy a mi pesar no tardé en descubrír que no estaba hecho para ataduras ni relaciones largas.
!Con una vez al mes que nos veamos será suficiente, ya verás! confia en mi, me dijo. 
¡¡¡UNA VEZ AL MES!!! 
Estaba taaaan necesitada! que me sometí a sus designios.
Insistia en quererle más y más, y a la vez me preguntaba, ¿Cómo era posible semejante pleitesía? 
A nadie pertenecía pero él sí las atrapaba y poseia, a todas: rubias listas, morenas bobas, dulces y sumisas, listas, locas... A todas había conquistado, y en todas dejaba huella; todas… menos las calvas, con esas no quería tratos: le resbalaban.
Entregada como el  lienzo al pincel me sometí a sus caprichosos juegos  "una vez al mes", que me trasformaban en otra. Rejuvenecía por momentos… Dios, pero que bién me dejaba!
Y como lo necesitaba!
¿Qué podía hacer?
Nada!!!
Irremediablemente, nada.
Él...... nadie como él, coloreaba mis blancas canas.
¡EL TINTE!... sí, él.
Solo él, fue mi salvación.
                                                             Elena Larruy

Moraleja: "Las canas ya no se respetan:se tiñen" B.A.


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